BIODIVERSIDAD EN UN LOTE CERCANO...
... y posibles lecciones para un proceso de reubicación.
Este zapallo "silvestre" (Cucurbita maxima) que cubre una buena parte de un lote en plena zona urbana de Bogotá, es una prueba tangible de la terquedad de la vida y en particular de las plantas. A pesar de que de vez en cuando "limpian" el lote, a los pocos días el zapallo recupera con nuevas fuerzas el territorio del que ha decidido tomar posesión.
Este zapallo "silvestre" (Cucurbita maxima) que cubre una buena parte de un lote en plena zona urbana de Bogotá, es una prueba tangible de la terquedad de la vida y en particular de las plantas. A pesar de que de vez en cuando "limpian" el lote, a los pocos días el zapallo recupera con nuevas fuerzas el territorio del que ha decidido tomar posesión.
Una característica maravillosa del zapallo es su capacidad para treparse a los árboles. Seguramente si Newton no hubiera dormido su famosa siesta bajo un manzano, sino bajo un árbol colonizado por una mata de zapallo, nos habríamos quedado sin la Ley de la Gravitación Universal. (Por ahora les quedo debiendo la foto de un zapallo "cargado").
"Como bien lo saben quienes se dedican a la jardinería, 'trasplantar' una mata silvestre es de lo más difícil que existe. Lograr que una palmera, una orquídea, un helecho o cualquier otro tipo de planta, que ha crecido y está acostumbrada a un hábitat determinado, 'prenda', eche raíces y comience una nueva vida en un nuevo hábitat, conlleva una serie de retos. No basta con que en su nueva ubicación se le otorguen todos los cuidados, o se le echen abundantes cantidades de abono o de agua. La existencia de un ser vivo en un hábitat determinado depende de una serie de sutilezas, que muchas veces resultan imperceptibles y cuya 'reconstrucción' en el nuevo hábitat, no depende de intervenciones externas, ni solamente de inversión económica: ese mismo ser vivo debe crear, a partir de sus propias dinámicas, las condiciones que respondan a esas necesidades sutiles." (Fragmento de un texto que escribí recientemente para El Comercio de Lima, sobre las sutilezas de los procesos de reubicación)
"Una comunidad, una ciudad de cualquier tamaño, son seres vivos, y ese proceso de 'trasplante' a un nuevo hábitat que es una reubicación, necesariamente resulta traumático. El precio humano individual y social que se paga por una reubicación es bastante alto y solamente una parte de ese precio es compensable con dinero, precisamente porque la gran mayoría de las condiciones de las cuales depende la felicidad, no son 'comprables' con plata. El hecho de que el proceso sea traumático no quiere decir, necesariamente, que sus resultados vayan a ser negativos. El parto es un proceso traumático para la madre y para el bebé, y sin embargo, si se desarrolla de manera adecuada, es un proceso afianzador de la vida tanto a nivel individual como social." (Otros fragmentos del texto citado)
Esas lecciones las aprendí cuando estaba chiquito e intentaba llevarle matas silvestres de los lotes a mi mamá. Entonces entendí que hay condiciones imposibles de imitar y que no se puede reproducir de manera artificial "el orden del caos" (así como tampoco se le puede pedir a un zapatero que le amance a uno unos zapatos nuevos o que los desgaste como solamente un pié medio chueco y el debido tiempo lo pueden hacer. A los seres vivos les corresponde crear o inventar esas sutilezas a la medida de sus nuevas circunstancias, aspiraciones y necesidades.
Cada uno de estos bichitos aparentemente "insignificantes" resulta vital en la diaria construcción de un ecosistema y de las interacciones entre los seres que forman parte de él.Charlie, mi compañero de expediciones urbanas, se niega a penetrar a ese lote, porque allí, una vez, lo aruñó un gato. Ese susto marcó para siempre su relación con el lote. La dimensión afectiva y simbólica de los seres vivos con un territorio es otro de los factores que determinan que una comunidad pueda "prender" en el nuevo hábitat a donde se pretende reubicar.
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