REBUSCADORES DE TODOS LOS PAISES: PA' LA CASA
Como parte de un trabajo que comenzamos a hacer desde el año pasado con el "Programa Conjunto de Integración de Ecosistemas y Adaptación al Cambio Climático" que coordina el PNUD, y que entre otros objetivos está buscando vínculos entre las políticas para reducción de la pobreza y la adaptación al cambio climático, adelantamos una exploración sobre las implicaciones de la crisis financiera global sobre la vulnerabilidad de nuestros territorios y, en consecuencia, sobre las condiciones de riesgo de desastre existentes en Colombia.
HAGA DOBLE CLICK SOBRE LAS GRÁFICAS
En la gráfica de arriba ya adelantábamos lo obvio: la recesión en las economías de los países "desarrollados" significará, entre otros efectos, cierre de puestos de trabajo allá y acá, reducción de las remesas (el Ministro de Hacienda de Colombia anunció hace un par de días que se calcula que en 2009 dejarán de llegar mil millones de dólares al país por ese concepto) y retorno a los países de "Tercer Mundo" de los millones de migrantes que de manera legal o ilegal se encuentran el el "Primer Mundo" dedicados al rebusque.
La reducción de las remesas puede producir impactos especialmente significativos para países como el Ecuador, o los países centroamericanos, que tienen altos porcentajes de sus poblaciones en los Estados Unidos y en Europa, y en Colombia en regiones como el Eje Cafetero, que recibían sumas significativas por ese concepto. Esto se junta con los efectos de la temporada invernal sobre la cosecha cafetera. Y en otras regiones, como el Cauca, Nariño y Putumayo, al derrumbe de las "pirámides".
¿El resultado? Se reduce la capacidad de las personas, las familias, las comunidades y los países para controlar sus condiciones de riesgo. Con seguridad habrá más gente viviendo en lugares no aptos para ser habitados o dedicada a actividades generadores de nuevas amenazas, nuevos factores de vulnerabilidad, nuevos riesgos y nuevos y más complejos desastres.
CRISIS CONCATENADAS
Los efectos de la crisis financiera global y del cambio climático (dos procesos traumáticos que se venían gestando desde hace varias décadas) irrumpen simuiltáneamente en el mundo, como esos dos tornados que, el año pasado, estuvieron a punto de golpear a Mallorca, en las Isalas Canarias. En ese caso, afortunadamente, los tornados se "disolvieron" antes de tocar tierra. En el caso de la crisis financiera y del cambio climático no solamente no se han "disuelto", ni siquiera han amainado, sino que se están fortaleciendo y están sumando de manera inevitable sus efectos devastadores sobre las economías, los territorios, los empleos y la calidad de vida de la gente.
LA MANCHA URBANA DE BOGOTÁ SE SIGUE EXTENDIENDO SOBRE LA SABANA
Esas dos crisis sumadas están obligando a profundas redefiniciones de nuestra condición de ESPECIE URBANA. "El modelo de desarrollo predominante en el mundo obliga a través de diferentes tipos de presiones, a la concentración de nuestra especie en centros urbanos cada vez más grandes y complejos, que dependen de las regiones circundantes para la satisfacción de sus necesidades básicas (energía, agua, alimentos, aire, etc.) pero que ejercen un impacto altamente destructor sobre las mismas, afectando su capacidad para prestar servicios ecológicos (como el de adaptación al cambio climático e incluso a la variabilidad climática normal) y para seguir ofreciendo recursos tangibles e intangibles."
G. Wilches-Chaux "Corriendo el cerco" (UNICEF, 2009).
La revista Newseek de Marzo 2009 (a la cual por alguna razón no he podido acceder por internet... seguramente por chambonada mía), trae datos dramáticos. Por ejemplo, que la Organización Internacional del Trabajo calcula que en el curso de este año se perderán 52 millones de puestos de trabajo en el mundo (124% de la población colombiana), o que 20 millones de chinos, que se habían trasladado a las patológicamente crecientes ciudades de ese país, están regresando a los campos debido al cierre de las empresas donde trabajaban.
También resalta Newsweek los efectos que el retorno de los migrantes tendrán sobre los paises ricos, a lo cual hacen referencia estos avisos en contra de la discriminación contra los inmigrantes, que me encontré en Zaragoza el año pasado.
Para bien o para mal, nos ha tocado ser testigos activos, o mejor, de una u otra manera protagonistas de un momento de la historia humana y de la historia planetaria, que va a producir -querámoslo o no - cambios sin precedentes. La Tierra se está convirtiendo en un nuevo planeta como consecuencia del cambio climático, pero sobre todo, de la incapacidad de nuestra especie para convivir en armonía con sus dinámicas normales. Pero a pesar de todo, ese nuevo planeta no tiene por qué ser, necesariamente, peor que el actual (aunque esa posibilidad tampoco se descarta). Si los seres humanos aprendemos la lección y actuamos en consecuencia, puede ser un planeta mejor para la vida.
Eso sí, OJO SIEMPRE AL PELIGRO DE UNA GUERRA. La posibilidad de una "gran guerra" (o de múltiples "guerritas" locales) siempre medra por ahí como una "salida" a las crisis económicas. En el futuro, además, el terreno estará todavía más abonado debido a las migraciones humanas y a los conflictos relacionados con el cambio climático. Cada vez resulta más importante y necesario que desde la sociedad civil nos mantengamos alerta para oponernos a la guerra.
SI LOS ESTADOS TIENEN LA OBLIGACIÓN IRRENUNCIABLE DE EVITAR LOS DESASTRES PARA PROTEGER LA VIDA, LA INTEGRIDAD, LOS BIENES Y LAS OPORTUNIDADES DE SUS COMUNIDADES, CON MAYOR RAZÓN TIENEN LA OBLIGACIÓN DE IMPEDIR UNA GUERRA. DECLARACIÓN CONTRA LA GUERRA DESDE LA GESTIÓN DEL RIESGO
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