domingo, agosto 25, 2024

BIODIVERSIDAD: colcha de retazos sobre el tema y la importancia de su valoración

 Cuando estábamos comenzando la pandemia generada por el Covid-19, la Comisión de la Verdad en su serie  "Futuro en Tránsito", dió a la luz el texto titulado DIVERSIDAD, para el cual me invitaron a escribir el artículo que a continuación transcribo y que en mi caso particular, constituye una colcha de retazos de artículos que sobre el tema de la Biodiversidad había escrito y publicado a lo largo de varios años.(Sea la oportunidad para reiterarles mis agradecimientos a Francisco de Roux y a los demás integrantes de esa Comisión)

No me vano me reconozco como descendiente del mono-temático y cada vez que es pertienente, en lugar de escribir artículos nuevos, reciclo aquellos que para bien -y a veces para mal- conservan su validez.


Aquí pueden descargar completa la publicación

Elogio de las colchas de retazos

Por distintas razones describo este artículo como una colcha de retazos: no solo porque el diccionario define retazo como «fragmento de un discurso o de un escrito» (y eso es lo que van a encontrarse), sino porque a pesar de que han sido tan estigmatizadas (como los cuellos de botella o las ovejas negras), las colchas de retazos suelen ser expresiones tangibles y coloridamente bellas, de una cultura en la cual resulta inconcebible el desperdicio de lo que todavía tiene utilidad; de una cultura que busca satisfacer, sin derroches innecesarios, las necesidades cotidianas, no por avaricia sino por responsabilidad; de una cultura que valora enormemente la imaginación y el trabajo manual de quienes–mujeres por lo general– se dedican a juntar trozos de telas que se quedaron sin vender en el almacén, o que sobrevivieron a la pérdida de una prenda, de un cubrelecho o de un mantel que por algún motivo dejaron de existir. Fragmentos en los que sigue vivo algún textil que alguna vez formó parte de la memoria y por ende de la identidad familiar. 

La memoria –así sea en retazos– es tan importante para los territorios, para las comunidades y para las familias, como lo es para cada persona a nivel individual. La pérdida de la memoria es una de las principales causas de vulnerabilidad. 

A través de los efectos de la crisis climática y de la pandemia del covid-19, la Tierra nos está obligando por las malas –porque por las buenas no quisimos entender– que debemos cambiar la manera de concebir, planificar, llevar a la práctica y evaluar, eso que hoy llamamos «desarrollo», y que se basa en el consumo compulsivo, en la producción excesiva de residuos, en la destrucción de los ecosistemas, en la sobreexplotación de los suelos y sobre todo en el desconocimiento de los derechos de todos los seres vivos, incluyendo muchas veces los derechos de los mismos seres humanos: uno de ellos el derecho a la diversidad sobre la imposición de la uniformidad.

Cuando decimos «biodiversidad», nos estamos refiriendo a la multiplicidad de maneras como se expresa la vida en la Tierra, y que incluye a la enorme diversidad de los seres humanos y de las culturas a las cuales, nos demos cuenta o no, pertenecemos.

Primer retazo: tenemos los mismos derechos porque somos distintos, no porque seamos «iguales»

En 1990 un grupo de organizaciones y personas de distintas regiones del país promovimos la llamada «Propuesta ambiental», con la cual pretendimos llevar la voz de la naturaleza a la Asamblea Nacional Constituyente, pero los votos que obtuvimos no nos alcanzaron para llegar.

(Nota: Hoy posiblemente formularíamos algunas de estas ideas con un lenguaje ligeramente distinto porque en los treinta años transcurridos desde entonces han sido mucho los aprendizajes y las reflexiones, pero estoy seguro de que en su contenido de fondo quienes impulsamos la «Propuesta ambiental» seguimos abordando, de igual manera, estos mismos temas.)

Sin embargo, con el apoyo de otros movimientos que sí llegaron, y particularmente de algunos constituyentes que los asumieron como compromiso político y personal, la mayor parte de los puntos de nuestra propuesta entraron a formar parte en 1991 de la nueva Constitución. Uno de esos puntos era «El reconocimiento constitucional de la diversidad».

Uno de los retazos del capítulo correspondiente, en ese momento decía:

Mientras tanta atención se le presta todavía a esa ficción jurídica y política que es el «derecho a la igualdad», nosotros rescatamos el derecho a la diversidad: el derecho a ser diferentes, a pensar distinto, a actuar distinto, a vivir distinto.

Luchamos para que la mujer tenga los mismos derechos y oportunidades que el hombre, no porque sea «igual» al hombre, sino precisamente porque es distinta, porque es mujer.

Luchamos para que el indígena y el negro tengan los mismos derechos y oportunidades que el blanco, no porque sean «iguales» al blanco, sino porque son indígenas y negros.

Para que el habitante de las zonas rurales no tenga que renunciar a su derecho a

ser campesino para tener acceso a los mismos servicios básicos y oportunidades que el habitante de la ciudad.

Para que el protestante y el judío y el musulmán puedan profesar un credo distinto del católico sin perjuicio de sus derechos ciudadanos.

En Colombia, a pesar de las múltiples agresiones centenarias, coexisten todavía distintas culturas, o más bien, distintos procesos culturales, y la nueva Constitución

deberá garantizar que cada uno de ellos pueda conservar su propio rumbo y su propia identidad sin perjuicio del respeto a los derechos de los demás.

El gran reto que tenemos los colombianos por delante es consolidar nuestra identidad como nación sobre la base del respeto a las diferencias y la valoración de nuestra diversidad.

Himno del Cauca

Lamentablemente la diversidad étnica y cultural sigue siendo en el Cauca y en otras partes de Colombia, un factor de conflicto y no de creatividad para la coevolución

Segundo retazo: la vida no se inventó el sexo como una forma de reproducción sino como una estrategia de diversificación

Transcribo aquí parcialmente –y con algunos remiendos necesarios por el paso del tiempo– un texto titulado «Sexo y Muerte, Biodiversidad y Singularidad» que elaboré cuando trabajaba con el Proyecto Biopacífico y que luego se difundió en otras publicaciones.

Revista Desastres y sociedad (La Red, enero-julio 1994, No.2 y en mi libro La letra con risa entra (Fondo FEN Colombia, 1996)

Imaginémonos una empresa donde el gerente y la secretaria y el contador y el tesorero y el conductor y el mensajero y todos los demás empleados, tengan entre sus elementos de dotación una caja de herramientas con el equipo indispensable

para realizar reparaciones de plomería, carpintería, mampostería, electricidad y todas las demás artes que exige el mantenimiento de un inmueble. Todos los empleados, menos uno, precisamente el encargado del mantenimiento, que tiene también una caja, pero solo con la mitad de las herramientas necesarias.

Algo tan absurdo sucede en nuestros cuerpos: todas nuestras células poseen la información genética necesaria para obtener reproducciones exactas de cada uno de nosotros, con excepción de unas, las células sexuales, las encargadas de la función reproductora, que poseen «en modo activo» solo la mitad del material genético. 

¿Por qué? Debido a que la vida quiere evitar reproducciones, fotocopias.

La vida quiere asegurarse de que cada nuevo individuo –y en general cada nueva generación– sea distinto de sus progenitores.

Hablamos erróneamente de «células reproductoras», de «sistema reproductor» y de «reproducirnos», cuando deberíamos hablar más acertadamente de «células diversificadoras », de «sistema diversificador» y de «diversificarnos». O de «divertirnos».

En el libro El punto crucial, de Fritjof Capra, aprendimos que el fenómeno que hace posible la diversificación –el sexo– apareció hace aproximadamente mil millones de años.

Recordemos que la vida lleva casi cuatro mil millones de años en la Tierra. Es decir, que durante más de dos terceras partes de su existencia sobre el planeta, la vida evolucionó sin la presencia del sexo. Y sin la presencia de la muerte, al menos tal y como hoy la concebimos.

«A pesar de que la muerte es un aspecto central de la vida –escribe Capra– no todos los organismos mueren. Los organismos unicelulares simples, como las bacterias y las amebas, se reproducen por división celular, de suerte que siguen viviendo en su progenie. Las bacterias que existen hoy son esencialmente las mismas que poblaron la Tierra hace millones de años…»

De hecho, a partir de que todos y cada uno de los organismos surgidos como resultado del intercambio de genes –la sexualidad– por definición ya no descienden de un solo progenitor sino de dos, y de que sus características genéticas sean el resultado de una recombinación más o menos aleatoria, nace la individualidad: la singularidad.

Cada organismo es único, singular e irrepetible. Por eso, si una ameba, genéticamente «igual» (siempre entre comillas) a todas las demás amibas de su progenie, muere, seguirán existiendo múltiples reproducciones –múltiples fotocopias exactas– de sí misma.

¿Qué justifica, se preguntan los biólogos, la existencia del sexo y de su contraparte dialéctica, la muerte?

«Ningún organismo en sus cabales optaría por el sexo con otros organismos. Genéticamente hablando, el autosacrificio es demasiado costoso», explica la bióloga JoAnn C. Gutin en la revista Discover. Gutin, JoAnn C., (1992). «Why brother?», en: Revista Discover,

Vamos a un ejemplo personal, a partir del cual, sin ser biólogo, he logrado entender estos procesos: cuando yo era un niño y mi mamá me compraba ropa, regresaba siempre a la casa alabando, entre otros aspectos que hablaban de la buena calidad de las prendas adquiridas, que tuvieran «de dónde soltarles». Es decir, que hubieran sido fabricadas con suficientes dobladillos para que a medida que yo fuera creciendo, la ropa siguiera creciendo conmigo. Así unos pantalones le duraban a uno durante meses, a veces años, a pesar de estar en edad de crecimiento acelerado. Uno se iba alargando o engordando, y con uno los pantalones se iban también estirando y ensanchando. 

Y cualquiera podía seguir, por las diferentes tonalidades de los dobladillos desbaratados, el ritmo de nuestro propio desarrollo. Hasta que llegaba un momento cuando ya los pantalones no daban para más, cuando ya no quedaba más de donde soltarles. El alivio era grande y nos compraban entonces unos nuevos pantalones… con sus dobladillos intactos. Y volvía y jugaba.

Así, cada organismo –cada generación– aparece con sus propios «dobladillos evolutivos»: un rango de cambios dentro del cual es posible evolucionar, adaptarse a los cambios ambientales. Y, así, a cada generación le llega un momento a

partir del cual se agota su capacidad de transformarse. Pero se espera que para entonces ya haya procreado una nueva generación con sus «dobladillos» intactos.

Richard Michod, profesor de Ecología y Biología de la Evolución de la Universidad de Arizona citado por J. Gutin, lo expresa en los siguientes términos:

«Al asegurar que la descendencia sea ligeramente distinta de sus progenitores, el sexo incrementa las posibilidades de que las especies produzcan modelos nuevos y mejorados, capaces de sobrevivir a los cambios del ambiente o de superar a sus predadores rivales».5

Aunque no sé si para cuando estas páginas sean publicadas y distribuidas, ya habremos superado la pandemia del covid-19, es importante que intentemos entender esto.

Vuelvo al retazo que venía transcribiendo:

Los biólogos parecen inclinarse por la teoría de que la llamada recombinación genética, ha sido la manera más exitosa de combatir el ataque de los organismos patógenos, es decir las infecciones […]

Si todos los seres humanos fuéramos idénticos, los agentes patógenos, o sea, los microorganismos que nos amenazan, descifrarían fácilmente la estrategia de defensa de nuestros sistemas inmunológicos, y todas las personas seríamos igualmente débiles o vulnerables frente a los mismos ataques.

(Sea el momento para resaltar que también hay millones de microorganismos que nos benefician y que se asocian con nuestras células para que podamos estar vivos y sanos, y también que las únicas razones que hacen que una persona o un grupo social sean más vulnerables, por ejemplo, frente al covid-19, que otros, no dependen solamente del sistema inmunológico de cada individuo.)

Biodiversidad y autorregulación de los ecosistemas

Así como la biodiversidad genética interna de los individuos constituye la base de su sistema inmunológico, así la biodiversidad de especies animales y vegetales, de microorganismos, y por su puesto de genes, y la diversidad de múltiples interacciones entre todos ellos, constituyen la base de los procesos de autorregulación de los ecosistemas, lo cual es especialmente evidente en esta parte del planeta en donde se encuentra Colombia, que llamamos la «franja intertropical» o más comúnmente «el Trópico».

Y a su vez, en la diversidad de ecosistemas –y de interacciones entre ecosistemas– se fundamenta la capacidad de autorregulación de todo el planeta Tierra.

El que precisamente en este momento, está generando el llamado «cambio climático» como respuesta a la manera como lo seres humanos estamos llevando a cabo el «desarrollo».

Esta parte del planeta se caracteriza –a diferencia de las llamadas «zonas templadas» que comienzan al norte y al sur del llamado Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio respectivamente– por la enorme biodiversidad existente y que incluye manifestaciones que van desde la escala de los ecosistemas, de los cuales, de acuerdo con el Sistema de Información Ambiental de Colombia (Mapa de ecosistemas), en nuestro país existen «91 tipos de ecosistemas generales (marinos, acuáticos, terrestres e insulares) de los cuales 70 corresponden a ecosistemas naturales y 21 a transformados» , hasta la escala de los microorganismos que existen en los suelos de todos esos ecosistemas, pasando por la enorme cantidad de especies de plantas y animales que el Instituto Humboldt calcula en cerca de 56.343, sin contar a los microorganismos.(Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humbold -11 de septiembre de 2017- Biodiversidad colombiana: números para tener en cuenta.)

La multitud de interrelaciones que se entretejen entre todas esas especies y entre los ecosistemas de los cuales forman parte, y entre todas estas y la gran cantidad de culturas humanas (cada una con su historia de vida) existentes en nuestros territorios rurales y urbanos, constituyen lo más valioso que tenemos para enfrentar desafíos provenientes de la crisis climática, de nuevas amenazas como el covid-19 y de otras posibles amenazas previsibles o desconocidas.

El deterioro de nuestra biodiversidad nos va volviendo tan vulnerable como país, de la misma manera como se va volviendo cada vez más vulnerable una persona a la que se le debilita su sistema inmunológico.

Tercer retazo: quiénes somos

En 1998 me invitaron a escribir un mensaje a nombre de las organizaciones ambientalistas de América del Sur que estarían presentes en una reunión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

El resultado fue «América del Sur: un kaleidoscopio de ecosistemas compartidos y cosmovisiones encontradas».

Incluyo algunos apartes de ese texto en esta colcha de retazos, porque si poseemos muchos argumentos para considerar a Colombia como un resumen del mundo, con mucha mayor razón nos podemos considerar un resumen de América del Sur. Basta con sustituir algunos nombres de picos, de ríos, de desiertos o de lagos, por nombres colombianos.         

Nosotros somos el agua congelada en los picos más altos de los Andes y el aliento espeso, saturado de verde, de las selvas tropicales, y las aguas rugientes del Iguazú, y las aguas celestes del Titicaca, y las aguas negras y blancas de los ríos del Amazonas, y las aguas metálicas del Río de la Plata, y la lluvia torrencial y eterna sobre el Chocó biogeográfico, y las aguas fugaces que hacen florecer de vez en cuando el desierto de Atacama.

Nosotros somos esa pieza del rompecabezas que la tectónica de placas separó del África y que el tráfico de humanos esclavizados unió otra vez al África.

Nosotros somos los incas y los muiscas y los araucanos y las tribus de cazadores y recolectores que todavía se desplazan por la selva amazónica. Nosotros somos los europeos que cortaron su ombligo con Europa para llamarse americanos.

Nosotros somos una telaraña de heridas todavía no sanadas.

Nosotros somos la tentativa fallida de encerrar la vida en un orden importado.

Nosotros somos la vida surgiendo a la fuerza por entre las costuras de la historia.

Nosotros somos la vida convertida en mil veces mil especies y en mil veces mil ardides para oponerse a las adversidades.

Nosotros somos la vida que gana la partida en aguas imposibles saturadas de azufre y en barrios tuguriales en las grandes ciudades.

Nosotros somos las posibilidades de la vida en contra de todas las evidencias aniquiladoras y la obligación de hacer conscientes esas posibilidades.

Nosotros somos el reto ineludible de conocernos y reconocernos de reconstruir nuestros caminos olvidados a partir de los fragmentos dispersos en la geografía y en el tiempo.

Nosotros somos la necesidad imperativa de la convivencia entre nosotros mismos y con las demás especies y procesos que comparten con nosotros este trozo de planeta.

Nosotros somos el deber de comprender y asumir que somos menos americanos y menos dignos y menos viables como seres humanos, cada vez que en nuestro continente desaparece un dialecto o una cultura o una leyenda o una especie animal o vegetal o una mancha de bosque o un ojo de agua.

Nosotros somos las preguntas que nos hemos demorado cinco siglos en hacernos y que ya no aguantan más esperas, y somos también todas las posibles alternativas de respuesta.

Nosotros somos los sueños que no nos hemos atrevido a soñar por vivir en función de pesadillas ajenas.

Nosotros somos todos los verbos inéditos que esperan por nosotros para ser conjugados: el verbo volcán, el verbo manglar, el verbo arrecife de coral, el verbo pampa, el verbo páramo, el verbo laguna, el verbo cóndor, el verbo oso de anteojos, el verbo rana, el verbo vicuña, el verbo llama, el verbo mariposa de Muzo, el verbo delfín rosado, el verbo pirarucú, el verbo danta, el verbo maíz, el verbo maní, el verbo yuca, el verbo desierto, el verbo iceberg, el verbo cielos estrellados, el verbo Machu Pichu, el verbo Bolívar, el verbo San Martín, el verbo Che Guevara, el verbo América del Sur, el verbo América...

Estamos aquí para garantizar que cada palabra se convierta en acciones contundentes e inmediatas.

Venimos a verbalizar la certeza de que si pretendemos que conceptos como sociedad civil, como participación, como conservación, como política ambiental y como desarrollo sostenible, que hoy forman parte obligada de toda agenda de gestión (e incluso si queremos que conceptos aparentemente más obvios como el de país y el de región), tengan un sentido orgánico, real y viable en nuestro continente, sus significados se tienen que reconstruir y que trenzar entre sí a la luz del kaleidoscopio de prismas de nuestras biodiversidades y de los procesos que las reflejan y encarnan.

Cuarto retazo: miremos a nuestro alrededor

Cuando podamos volver a circular por las calles y las plazas, sin temor al contagio del covid-19, y a recorrer por carretera este resumen de la Tierra que llamamos Colombia; cuando nos podamos volver a juntar sin tapabocas en el transporte colectivo y en espacios privados y públicos, cuando podamos ejercer de nuevo el poder sanador del abrazo, e incluso ahora, cuando estamos aprendiendo a transmitir no solamente información sino también afectos y sensaciones, y a llenar de calor humano los espacios virtuales, miremos a nuestro alrededor y confirmemos que Biodiversidad es lo que somos (2014)

Hay regiones y ciudades sí, en las cuales la diversidad étnica y cultural está más presente y es más evidente que en otras, pero en cualquier lugar en donde estemos basta con agudizar los sentidos para descubrir expresiones tangibles de ese kaleidoscopio de ecosistemas compartidos y cosmovisiones encontradas.

En los establecimientos comerciales en donde ofrecen comidas o música, o en las conversaciones callejeras que nos llegan a los oídos cuando los mantenemos alertas (chismosos, dirán otros), o en el diálogo con el taxista a quien sorprendemos

con la pregunta «¿usted es de tal parte, cierto?», porque hemos comenzado a imaginarnos una historia de vida a partir del acento, o en una entrevista por televisión, o en una conferencia, o muchas veces en un simple comentario transmitido por Twitter, también podemos darnos cuenta cotidianamente de que biodiversidad es lo que somos.

Si por una parte es fácil enumerar una larga lista de avances que ha realizado la cultura humana en todos los campos científicos y tecnológicos en las últimas décadas, no resulta igualmente fácil realizar siquiera una lista corta de avances éticos que hayamos logrado, mucho menos aun si exigimos que en esa lista aparezcan los que no se han quedado escritos en el libro de las buenas intenciones, sino que se hayan convertido en una manera de ser, de pensar y de hacer de los seres humanos en la Tierra, y en esa porción que somos quienes formamos parte del paisaje colombiano. 

Un avance indudable es que, al menos legal y teóricamente, nos hemos comenzado a volver más respetuosos con la diferencia; con quienes, por distintas razones voluntarias o involuntarias, se salen de los que antes constituían «patrones oficiales» o «patrones convencionales»: de lo que, hasta hace no mucho tiempo, se consideraba «lo normal».

Y, al negarse a seguir ese guion muchas veces preasignado desde antes de nacer, entran en eso que, también, hasta no hace mucho tiempo, era el terreno de «lo marginal» (así en muchos casos «lo marginal» fuera lo mayoritario).

Hombres y mujeres de distintas edades, incluyendo niñas y niños, por el mero hecho de ser como eran, solían ser objeto de discriminación, exclusión y matoneo, a veces disfrazado de «humor», pero casi siempre traumático (de lo cual los apodos suelen ser una expresión, cuando no son motivados por la ternura sino por la discriminación y la crueldad).

Hoy, por lo menos formalmente, de dientes para afuera, la discriminación y el matoneo se rechazan y socialmente se condenan, lo cual no ha impedido que crezcan los feminicidios y los crímenes contra la población LGBTQ+ e incluso los crímenes contra la infancia.

Hoy se hacen llamados a la tolerancia que, para ser franco, es un término que me molesta, porque me suena a: «Esa persona es distinta a mí, pero yo soy tan buena persona que le doy derecho a existir a pesar de que seamos diferentes».

Pienso que el desafío frente a la diversidad no es la tolerancia, sino la capacidad de valorarla en todo cuanto significa. De comprender y de sentir que ella nos enriquece en todos los sentidos a quienes somos expresiones de ella.

Esto no quiere decir que no tengamos el deber de la intolerancia frente a todo lo que signifique una violación de los derechos humanos y de los derechos de todos los demás seres vivos, entre los cuales no dudo en incluir a los no humanos y al agua que, al igual que nosotros, forman parte de esa red de interdependencias que le otorgan a la Tierra su carácter de ser vivo. 

Así sea por «egoísmo de especie», no olvidemos que la posibilidad de garantizar condiciones que permitan el ejercicio efectivo de los derechos humanos, depende de que, a la naturaleza, comenzando por el agua, le reconozcamos efectivamente su derecho a existir y a partir de allí, todos sus derechos fundamentales.  

Otros artículos sobre el tema:

La biodiversidad y el reto de vivir en un nuevo planeta (2009)

Parte I y  Parte II

TEODIVERSIDAD (2024)


viernes, mayo 10, 2024

Conflictos de Cosmovisiones y “modelos de desarrollo” en el corazón de la Colombia Anfibia: cuando obligan al agua a protestar por las malas

 

Elaboré este documento como resultado de un proyecto adelantado desde el Área de Conflicto y Dinámicas Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, de la cual soy profesor/investigador. Inicié el proyecto en Noviembre 2020 y su objetivo se planteó como "Seguimiento y análisis desde un enfoque de Derechos Humanos y Derechos del Agua, a las medidas de Gestión del Riesgo de Desastres y Gestión Climática que se llevan o se planean llevar a cabo en la región de La Mojana".  

Lo subo ahora (Mayo 2024) a este blog, dado que lamentablemente todo lo que en este documento que advertía que podría suceder, está sucediendo hoy.

Este artículo publicado en el periódico virtual Razón Pública en Octubre 2021 y titulado El desastre de La Mojana: el remedio puede agravar la enfermedad, puede considerarse un "Resumen Ejecutivo" de esta documento.


 Gustavo Wilches-Chaux
Mayo 10 de 2024


Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento. Se desempedraba el cielo en unas tempestades de estropicio, y el norte mandaba unos huracanes que desportillaron techos y derribaron paredes, y desenterraron de raíz las últimas cepas de las plantaciones. Como ocurrió durante la peste del insomnio, que Úrsula se dio a recordar por aquellos días, la propia calamidad iba inspirando defensas contra el tedio. Aureliano Segundo fue uno de los que más hicieron para no dejarse vencer por la ociosidad. Había ido a la casa por algún asunto casual la noche en que el señor Brown convocó la tormenta…


Gabriel García Márquez

Cien años de soledad (Capítulo XVI)

 

Los cuatro años, once meses y dos días de lluvia es un episodio que ocurre en Macondo al final del libro; tras un periodo de “progreso” y ascensión económica de la cuidad por medio de la Compañía Bananera, o sea, la industria que viene con los extranjeros para la ciudad. La lluvia es el medio que interrumpe las actividades temporariamente y, posteriormente, para siempre, pues la lluvia demarca la destrucción y catástrofe total de Macondo, una decadencia eterna hasta su desaparición total. Analizando este momento a través del imaginario de Macondo, puede interpretarse que la lluvia es una consecuencia de un progreso descontrolado que hubo en la ciudad. Tanto es que este hecho es el que genera la masacre de los trabajadores de la Compañía Bananera –o sea, el comienzo de la destrucción – que ocurre un día antes del primer día de lluvia.

 

El olvido y la lluvia: la soledad en un universo llamado Macondo

Nathalia Maynart Cadó[1]

 

 

El agua no solo es un lugar paradigmático, sino que se asocia a lo femenino y también a las emociones, la intuición, las percepciones psíquicas, así como a los misteriosos dominios de la energía femenina arquetípica.

 

Adalberto Bolaño Sandoval

Los ríos del desastre en Rulfo y García Márquez[2]

 

Las fuertes precipitaciones que han sobrevenido en las últimas horas, en los municipios de Aracataca, Sevilla, Zona Bananera, Fundación y El Retén ocasionaron el desbordamiento del río Fundación dejando cientos de familias damnificadas por inundaciones y encharcamientos […] En los municipios de Fundación y Aracataca ya se declaró la calamidad pública para atender a las familias damnificadas. Se reportó, además, el desbordamiento del río Sevilla inundando sectores conocidos como Macondo, 10 de Enero, la Abarca, San Juan y la Bombonera.

 

Creciente del río Fundación generó inundaciones en Magdalena

Radio Nacional de Colombia - Noviembre 2, 2020[3]

 

Introducción

Este artículo forma parte de un seguimiento continuado a la manera como en ese territorio conocido como La Mojana, en la región Caribe colombiana, a lo largo de varias décadas se le ha intentado imponer al caos del agua, un orden lineal y arbitrario derivado de una determinada concepción de la función del ser humano en el planeta, que por sus efectos, denominé en un texto de 2010, “nuestro orden generador de entropía”.[4]

 

Caos es la palabra con que normalmente nos referimos de manera peyorativa a ese orden complejo y por ende no lineal de la Naturaleza, que no corresponde a las prioridades establecidas por el modelo predominante de desarrollo, basado principalmente en el extractivismo en sus distintas formas, que innegablemente ha generado beneficios para los seres humanos, pero que, en definitiva, en este momento de crisis climática, es cada vez más evidente que ha puesto en peligro la existencia misma de nuestra especie en la Tierra. 


En La Mojana -al igual que en el Bajo Sinú- existen todavía comunidades herederas de Culturas Anfibias, como los zenúes, que coevolucionaron con las dinámicas naturales del territorio y que al nivel del mar desarrollaron estrategias de convivencia con el agua, muy similares a las de los muiscas en la hoy llamada Sabana de Bogotá (a 2.600 de altura) y a las de los aymara en el altiplano andino a 3.800 metros de altura en los alrededores del lago Titikaka.

En este artículo no vamos a profundizar en las estructuras y saberes de esas culturas, que ya ha sido muy bien estudiadas y documentadas por personalidades del mundo de la ciencia como Orlando Fals Borda, Clemencia Plazas y Ana María Falchetti, sino que, con base en conceptos técnicos que más adelante expondremos, vamos a sustentar la convicción de que los principales culpables del desastre que hoy está afectando de manera muy grave a las comunidades mojaneras, no son los fenómenos hidro-meteorológicos que (si bien hoy están exacerbados como consecuencia de la crisis climática) forman parte de las dinámicas naturales de ese territorio, sino las múltiples intervenciones que han conllevado a la cada vez más evidente pérdida de la anfibiedad de las culturas anfibias.

 Vamos también a aportar ejemplos concretos que demuestran que las amenazas más graves que atentan contra la existencia de esas comunidades no son de origen natural, sino que provienen de actores armados que buscan apoderarse del territorio, conjuntamente con esa intención ya mencionada de imponerle al caos de esa Naturaleza dinámica, desobediente y biodiversa, el orden lineal de ese modelo de desarrollo que choca con la vocación del territorio.

 No se sorprendan entonces quienes lleguen hasta el final de estas páginas, que a manera de conclusión les dejemos unas preguntas.

 La Colombia anfibia

En términos generales -y acogiéndonos a una de las acepciones que ofrece el diccionario, la palabra Anfibio/Anfibia hace referencia a un sistema “que puede vivir indistintamente en tierra o sumergido en el agua”.

 El concepto es extensivo a ese ser vivo llamado Territorio: resultado del matrimonio indisoluble entre dinámicas ecosistémicas y dinámicas humanas [5], y así lo aborda ese clásico de la literatura científica colombiana que es el libro “Colombia Anfibia ”[6], que comienza con este párrafo de Brigitte Baptiste, quien era la Directora del Instituto Alexander von Humboldt cuando se llevó a cabo el proceso del cual surgió la publicación citada:

 

El agua lo conecta todo. Ese es el principio rector del funcionamiento de los ecosistemas y de la sociedad, y son las variaciones de esta conectividad, en el tiempo y espacio, las que definen las posibilidades de construir cultura, sus modalidades. Los distintos grupos humanos se las ingenian para adaptarse a la disponibilidad de agua, a su movilidad, a sus cualidades, tanto como lo han hecho las especies animales y vegetales a través de la historia del planeta, solo que con un instrumental interpretativo distinto, capaz de ver el futuro. Al menos, parcialmente.

 

La capacidad de anticipar, lamentablemente, está operando en nuestro país como la maldición de Cassandra: vemos, pero el destino parece inexorable. Pese al conocimiento acumulado, a la información disponible, a la evidencia, el manejo de nuestras relaciones con el agua dista mucho de ser adaptativo. Al contrario, insistimos en profundizar las condiciones de vulnerabilidad de los colombianos al negarnos a reconocer las cualidades del territorio, las transformaciones ecológicas al que lo hemos sometido, las fuerzas que hemos desencadenado.

 

En tiempos de cambio climático, el privilegio de Colombia como país de agua debería ser considerado como factor fundamental de adaptación, como recurso obvio y a la mano para defender el bienestar de todos a largo plazo y, por tanto, de interés superior para la definición de políticas de desarrollo. La gestión del agua está en la base de la sostenibilidad, es parte de nuestro patrimonio.

Ese libro nos muestra en detalle que los humedales existentes en las áreas hidrográficas de Colombia (Amazonas, Caribe, Magdalena-Cauca, Orinoquia y Pacífico) comprenden una extensión de 30’781.149 hectáreas, que representan el 26% del territorio continental e insular colombiano. Si a ese porcentaje le sumamos los páramos, alcanza el 28.5% del territorio nacional. Y si tenemos en cuenta que sobre el 71.5% restante de una u otra manera influye el ciclo de agua en sus fases superficial, subterránea, atmosférica o acumulada en la biomasa, confirmamos la convicción de que Colombia es un territorio del agua…convicción extensible todo este planeta en el cual Tierra y Agua constituyen un inseparable Yin-Yang. 


Sin embargo, desde la óptica ya expuesta que aquí adoptamos para entender al territorio como resultado del matrimonio indisoluble entre dinámicas ecosistémicas y dinámicas humanas, las cuales se materializan en la Cultura (concepto que alguien cuyo nombre no recuerdo ahora, definió muy afortunadamente como “unidad de estilo en todas las manifestaciones de la vida)”, debemos reducir la dimensión real de los territorios verdaderamente anfibios del país, que hoy apenas representan una porción no muy grande de la extensión que corresponden a los humedales.

De lo que no cabe duda es de que el corazón de la Colombia Anfibia se encuentra en la región conocida como La Mojana, la cual forma parte de la llamada Depresión Momposina

El objetivo de este artículo es recopilar testimonios y argumentos que permitan entender las razones por las cuales La Mojana ha venido perdiendo de manera cada vez más acelerada su condición anfibia, como les está ocurriendo también a otros territorios colombianos -por ejemplo los del Bajo Sinú, no lejos de La Mojana- cuyos ecosistemas y culturas habían venido coevolucionado a lo largo de los siglos de manera articulada como respuesta a los ciclos normales de la variabilidad climática, y que por ende deberían contar con ventajas comparativas para absorber con menores traumatismos los efectos de la crisis climática.

En otras palabras, lo que se quiere es demostrar que las razones principales por las cuales se generan cada vez más desastres de origen hidro-meteorológico en la región que nos ocupa, no son los fenómenos de la naturaleza (que efectivamente también reciben el impacto de la crisis climática), sino el incremento de la vulnerabilidad (la pérdida de resiliencia) como consecuencia de un modelo de desarrollo exógeno que por distintos medios se les viene imponiendo al territorio, o sea, repito, a los ecosistemas y a las comunidades.

Y así mismo, se quieren comparar distintas propuestas que se están formulando para reducir los desastres, las cuales responden también a distintas cosmovisiones sobre el territorio y sobre “el desarrollo”. Algunas de esas “soluciones” -como está quedando demostrado en distintos lugares de Colombia, de América y del mundo- lo que logran es incrementar el riesgo de desastres.


Escenario y contextos del análisis

En el “Plan de acción integral para la reducción del riesgo de inundaciones y adaptación al cambio climático en la región de La Mojana”[7], el Fondo de Adaptación, institución adscrita al Ministerio de Hacienda, describe de esta manera esa región de Caribe colombiano: 

Mapa 1. Municipios de la zona núcleo de La Mojana (Fuente: documento citado)

La Mojana es una gran planicie inundable de la subregión de la Depresión Momposina, entre las estribaciones del norte de la región Andina y las llanuras de la región Caribe. Se caracteriza por ser una llanura fluvio-deltaica de desborde que da lugar a diversos ecosistemas con múltiples estructuras y funciones, entre estas se destacan los sistemas de humedales y ciénagas interconectadas por medio de caños que se inundan periódicamente donde se regula y amortigua los grandes caudales de agua de los ríos Magdalena, San Jorge y Cauca, así como las crecientes que se originan en las estaciones lluviosas provenientes de la zona andina. En su zona litoral se localizan diferentes formaciones de relieves, como lo son las colinas y lomas que predominan hacia el sur conocidas como la serranía de Ayapel, los valles aluviales en la margen izquierda del río San Jorge en el piedemonte de la serranía de San Jacinto y los ecosistemas de transición en el piedemonte de la serranía de San Lucas, en la margen derecha del río Cauca.

 

Con un lenguaje más mítico (fundamental para entender ese territorio y para abordarlo desde la óptica de las cosmovisiones en conflicto, como es la pretensión de este artículo), lo describe así el filósofo, historiador y escritor mojanero Isidro Álvarez Jaraba, de la Fundación Pata de Agua [8]:

 

Esta parte de la Depresión Momposina de inmensas tierras llanas y de mares morenos, custodia en sus entrañas formas míticas y legendarias, dioses mágicos como el Ihtioco (el ser supremo), el Ninha (el sol), Thi (la luna), Uhrira (el lucero), que concurren en laberintos imaginaros que al flotar en sus aguas con islas viajeras, son la morada de mohanas y mohanes que, como Buhba, se convierten en sustancia narrativa, en sincronía con un bagaje cultural probado en la experiencia sensorial, convertido, en últimas, en escenarios de inspiración concretizados por la pluma de Gabriel García Márquez como pasajeras del tiempo. Es una región de gran valor histórico, que reclama su lugar como espacio y memoria cultural del mundo anfibio[9]

Sobre la situación socioeconómica de las comunidades mojaneras, el documento ya citado del Fondo de Adaptación (basado en datos DANE 2005), indica que

 

En la región existen 249 instituciones educativas que cubren a una población de 115.856 niños y niñas entre los 5 y los 18 años (Proyecciones a 2015 estimadas con el censo 2005, DANE, 2005). Los hogares de la región presentan privación por bajo logro educativo del orden del 82%, siendo Achí el caso más grave con el 93% de su población con bajo logro educativo. De otro lado, la incidencia de analfabetismo en La Mojana varía entre el 34% en Magangué y el 56% en Caimito y San Benito Abad, para un promedio regional que asciende al 42%, el cual duplica el promedio nacional de 19% (DNP, 2011 calculado con datos del Censo de población 2005). El rezago escolar asciende al 41%, siendo Magangué el municipio con mayor población con rezago (43.399 personas).

 

La información de acceso a los servicios de salud muestra que el 49% de la población no se encuentra asegurada en salud, siendo los casos más notorios los de Majagual y Sucre, cuya población sin aseguramiento asciende en ambos casos aproximadamente al 70% de los habitantes de cada municipio.

 

Por otro lado, es paradójico que una región caracterizada por estar inmersa y rodeada de agua, cuente con 42% de su población sin acceso a agua potable. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, el 80% de las enfermedades se transmiten a través del agua contaminada (Ronderos, 2006), situación que contribuye a incrementar la morbilidad de la población Mojanera. En municipios como Achí, la segunda causa de muerte de niños menores de 5 años es por enfermedades diarreicas agudas (EDA) (Alcaldía Municipal de Achí, 2012). Sin embargo, la situación de acceso a agua mejorada no es homogénea al interior de la Mojana: mientras en Magangué el 19,9% de la población no tiene acceso, en municipios como Achí y Ayapel la cifra asciende al 80%, mientras que en San Jacinto del Cauca el 97%, es decir, prácticamente la totalidad de la población de este municipio no cuenta con acceso a agua potable (DNP, 2011 calculado con datos del Censo de población 2005). Por otra parte, el sistema de acueducto cubre el 72% de la población urbana y tan solo el 17% de la población rural de la región. Se presenta una incidencia de inadecuada eliminación de excretas del 70% a nivel regional (DNP, 2011 calculado con datos del Censo de población 2005), según cálculos del 2012, el alcantarillado cubre el 24% en los centros urbanos y en la zona rural es prácticamente inexistente (Ramírez Rojas, 2012)4. Adicionalmente, la contaminación del agua con mercurio proveniente de la extracción de oro principalmente en las cuencas altas de los ríos Cauca y Nechí es uno de los problemas más complejos que hoy enfrenta esta población por tradición pescadora y agricultora, dado que los peces y los cultivos se constituyen en transportadores de mercurio (Marrugo, Lans, & Benítez, 2007; Marrugo, Verbel, Ceballos, & Benitez, 2008; Núñez, Negrete, Rios, Hadad, & Maine, 2011).

 

Con base en el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), se observa que el 83.8% de la población de la Mojana era pobre en 2005, frente al 49.6% del promedio nacional, lo cual significa una incidencia 70% superior (DANE, 2005). Prácticamente en todos los indicadores de dicho índice la población de la Mojana se halla en una situación peor que la del promedio nacional. La deficiencia en educación, expresada en el bajo logro educativo, el analfabetismo y la inasistencia escolar tiene consecuencias, entre otros aspectos, sobre la alta fertilidad de la población, la baja productividad de las actividades generadoras de ingresos, y el bajo nivel de respuesta ante las amenazas de inundación. La informalidad laboral en La Mojana es prácticamente del 100% lo que se traduce en un bajísimo acceso a seguridad social (servicio de salud y pensiones), además de la no generación de impuestos a nivel local y, en un sentido más amplio, la existencia de una cultura informal cuyos límites, en muchos casos, se difuminan con la ilegalidad.

 

Las siguientes gráficas tomadas (junto con las explicaciones que las acompañan) de la Alerta Temprana N°003-2020 de la Defensoría del Pueblo (Enero 16, 2020)  [10] y elaboradas con datos más recientes del DANE (2012 y 2014) indican que la situación que se describe en el documento del Fondo Nacional de Adaptación con datos de 2005, no ha mejorado desde entonces. 


Como se observa en la gráfica, las condiciones de saneamiento básico son precarias, la falta de alcantarillado obliga a que las aguas residuales sean depositadas en espacios abiertos o en los cuerpos de agua. La prestación del servicio de acueducto es deficiente y el sistema de salud se concentra en centros de salud primer y segundo nivel. Igualmente se aprecia un nivel elevado de analfabetismo alto en las zonas rurales. Estas deficiencias tienen impactos directos sobre la calidad de vida de los habitantes de las dos subregiones; sin embargo, el servicio de electricidad es el que presenta mayor cobertura.

 

El Indice de Necesidades Básicas Insatisfechas - NBI para estos municipios es del 71,27, a pesar de ser una región privilegiada debido a su rico sistema de humedales que regula los caudales de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge con alto potencial productivo.

Volvamos al documento del Fondo Nacional de Adaptación que veníamos citando:

 

La Mojana, al ser un corredor y conector interior del país, ha sido objeto de disputa entre diferentes grupos al margen de la ley, pues el control del territorio implica el control de las rutas de contrabando y el narcotráfico. Debido a la presencia de estos grupos, la región de La Mojana ha sido golpeada fuertemente por el conflicto armado y la violencia. […] Para el período comprendido entre 1999 y 2012 hubo en promedio 4.000 personas desplazadas por año que llegaron a las cabeceras de los municipios de La Mojana, con un mínimo de 2.500 en 2006, que superó las 6.000 personas 2010. En la década pasada se reportó la presencia de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en los municipios de San Marcos, Sucre, Guaranda, Majagual, San Benito Abad, Caimito y La Unión. Este grupo también actuó en los departamentos de Antioquia y Bolívar, y finalmente se desmovilizó en 2005 (Misión de Observación Electoral, 2007). También las AUC hicieron presencia en Magangué, San Jacinto del Cauca y Achí desde 1997 hasta el 2006 (ACNUR, 2005). Luego de la desmovilización de los grupos paramilitares, las bandas criminales emergentes, BACRIM, aumentaron las extorsiones, asesinatos, secuestros, generando nuevas oleadas de desplazamiento forzado.

 Impacto de la temporada La Niña 2010-2011 en La Mojana

 A raíz del desastre que desencadenó en Colombia la temporada La Niña 2010-2011, el Gobierno Nacional, a través del Departamento Nacional de Planeación DNP, le solicitó al Banco Mundial Región de América Latina y el Caribe, asignar una Misión con el fin de evaluar a fondo las causas que generaron dicho desastre y las capacidades del país para enfrentar sus efectos. Como resultado la Misión produjo el informe denominado Análisis de la gestión del riesgo de desastres en Colombia: un aporte para la construcción de políticas públicas, el cual se entregó y publicó en 2012.[11]

En cuanto hace referencia a la región de La Mojana y a otros territorios del país que en 2021 también están siendo duramente afectados, el informe concluyó lo siguiente (resaltados en el original):

 

La incorporación de la gestión del riesgo de desastres en la administración regional del territorio, y en especial en la planificación e intervención integral de cuencas hidrográficas, fue analizada mediante cuatro casos de estudio piloto. Se seleccionaron algunas regiones o cuencas, teniendo en cuenta su relevancia en términos de la capacidad de amortiguamiento de crecientes, del uso y la ocupación del territorio y la ocurrencia de emergencias, sobre todo por las inundaciones frecuentes que afectan parte de sus territorios, entre otros factores. Por lo tanto, el análisis se concentró en los siguientes casos de estudio: la región de La Mojana, la ecorregión del Canal del Dique, la cuenca del río Sinú y la cuenca del río Bogotá, especialmente en el área de la Sabana de Bogotá.

 

Causas de la generación y acumulación de las condiciones de riesgo en las cuencas

 

El uso y la ocupación del territorio en las zonas aledañas a las llanuras aluviales traen como consecuencia la reducción de las áreas de amortiguamiento naturales de los ríos; esta pérdida de la capacidad de almacenamiento de excesos de caudal en los ríos es una de las principales causas de las inundaciones en Colombia. Cada uno de los componentes del sistema de humedales está sujeto a grandes presiones antrópicas que tienden a modificar tanto su estructura como su funcionamiento, tornándolos vulnerables y frágiles. […]

 

Para el mes de marzo (época seca) durante el período 1973-1991 las cubetas de inundación[12] de La Mojana pasaron de tener 391 mil hectáreas a 279 mil hectáreas, lo que implica una pérdida del área de amortiguación en ese período de 111 mil hectáreas, es decir, el 38% del área de las cubetas; comportamiento que es similar al de los caños (Díaz-Granados, 2003). El aumento de playones sólo en el municipio de Majagual (Sucre) ha sido significativo, pues cambió de 52 mil hectáreas, en 1987, a 80 mil hectáreas, en el 2001, lo que se ha asociado principalmente a la adecuación de tierras y al desecamiento de cubetas producido por las actividades agropecuarias.

 

En la cuenca del río Sinú, al igual que en la región La Mojana, existe una clara y marcada diferencia entre el uso actual y la aptitud de los suelos. La ganadería extensiva en la cuenca hidrográfica del río Sinú oscila entre el 51,75% y 62,6% del área total dependiendo del régimen climático, mientras que los suelos con aptitud ganadera en la cuenca ascienden al 7,1%. La agricultura se desarrolla en una extensión que puede variar entre 75 mil hectáreas y alcanzar las 130 mil hectáreas, pero los suelos que presentan vocación agrícola son alrededor de 378 mil hectáreas (lo que obedece a la rentabilidad de esta actividad económica) (CVS y Fonade, 2004; CVS y Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, 2005). En la región de considerada el área de influencia inmediata de los ecosistemas estratégicos regionales (DNP - DPAD y PNUD, 2008), La Mojana se extendería a otros 17 municipios, para un total de 28 de los mismos cuatro departamentos. Por su lado, en la ecorregión del Canal del Dique entre las autoridades que tienen injerencia se identifican el Ministerio de Transporte, a través de Cormagdalena; las autoridades ambientales como Cardique, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) y Carsucre; además de las gobernaciones de Sucre, Atlántico y Bolívar, y las alcaldías de 19 municipios.

 

Decisiones que no han buscado resolver integralmente los problemas, y no cuentan con un consenso entre los intereses públicos y privados, están contribuyendo a aumentar el riesgo. Aunque los estudios concluyen que los principales problemas del Canal del Dique no son los sedimentos, los diferentes grupos de interés insisten en la ejecución de acciones de dragado, dejando de lado obras requeridas para el control de inundaciones.

 

El Programa de Desarrollo Sostenible de La Mojana (PDSM) clasifica entre los problemas estructurales de la región el mal manejo de los humedales. A pesar de los esfuerzos de los diferentes actores político-administrativos, son muchos los problemas por resolver en esta ecorregión, entre algunos: el deterioro y mal manejo de los humedales; la falta de información hidrológica y cartográfica; la concentración de la propiedad de la tierra y problemas de titulación, lo que restringe el aprovechamiento de los pobladores locales; la pobreza extrema; la producción agropecuaria, que aún se hace con tecnologías convencionales y no apropiadas para el medio natural; la baja capacidad administrativa para planificar y gestionar el desarrollo; y por último, pero no menos importante, la debilidad institucional pública, privada, y la frágil organización social. A estos factores se suman los relacionados con las amenazas y el riesgo, el ordenamiento ambiental, el bajo desarrollo de sistemas de alertas climáticas regionales, el dragado y la limpieza desordenada de los caños, la rehabilitación de caminos rurales, y el poco seguimiento y evaluación a los procesos en curso

 

Los grandes propietarios de tierras han ejercido presión en el uso del suelo, especialmente en el desarrollo de la ganadería y la agricultura. Estudios de la Universidad Nacional (CVS y Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín, 2006) indican que históricamente la estructura de tenencia de la tierra en el territorio que comprende la cuenca hidrográfica del Complejo Cenagoso del Bajo Sinú, se ha enmarcado en un modelo de latifundios destinados, en la mayoría de los casos, a la ganadería extensiva, la cual continúa avanzando en la absorción de los minifundios e introduciendo tierras pertenecientes a la zona de anegación del Complejo a través de procesos de adecuación de las mismas, mediante la construcción de canales de drenaje, sistemas de bombeo y diques. Esta situación además de afectar el ecosistema también crea una problemática social, ya que rompe con una forma cultural de relación de los pescadores y campesinos con la dinámica natural del ecosistema del cual devengan su sustento. La falta de gestión pública, la no aplicación de las normas existentes para el ordenamiento territorial, así como la percepción de la población, que considera la ciénaga como un terreno “baldío”, un territorio que no es de nadie y que no se valora como un bien público, aumentan la problemática causada por la tenencia de la tierra. […]

 

Los esfuerzos realizados por el país para entender la realidad natural de las cuencas hidrográficas, mediante estudios técnicos importantes, difieren de las medidas finalmente implementadas. En todos los documentos realizados para La Mojana se enuncia, desde diferentes perspectivas técnicas, la importancia de conservar y permitir la regulación de caudales, y establecer un desarrollo integral y planificado de la zona para potenciar el desarrollo económico, social y cultural de la región a través del logro de su conectividad con el resto del país; todo esto garantizando el normal funcionamiento del sistema hídrico. Sin embargo, la realidad actual muestra el aislamiento del sistema de amortiguación, un bajo grado de control del territorio y la modificación sistemática del mismo.

 

Al analizar la información disponible en las zonas de estudio, se resalta que el problema no se ha aumentado por factores de cambio climático, sino por la falta de implementación de herramientas que permitan hacer una adecuada gestión del riesgo. (Hasta aquí el Informe del Banco Mundial).

 

La situación de La Mojana en Septiembre-Octubre de 2021

 

De acuerdo con el IDEAM a mayo 2021 los efectos del fenómeno La Niña ya habían finalizado en Colombia[13], aunque el 18 de Agosto el Ministro de Ambiente y la Directora del IDEAM hablaron de que “una probabilidad del 69% de enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico tropical incrementa la posibilidad de desarrollo de un Fenómeno de La Niña. En los próximos meses este enfriamiento favorecerá el incremento de las precipitaciones en gran parte del país.”[14] De cualquier manera, si lo hubo, en el 2021 el fenómeno nunca alcanzó la magnitud que en 2010-2011.


Pese a eso, según un comunicado del 22 de Septiembre expedido por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres[15]

 

El pasado 27 de agosto sobre las 7:30 de la noche, la fuerza del río Cauca generó el rompimiento sobre la margen izquierda del afluente del jarillón ubicado en el sector de Cara de Gato en el municipio de San Jacinto del Cauca departamento de Bolívar, evento que se produce en la subregión de La Mojana y que impacta a 11 municipios de esta zona del país.

Sobre la posibilidad de que ese hecho ocurriera se venían lanzando advertencia desde varios meses antes, como lo indica esta información del periódico Mundo Noticias del 1° de Abril [16], de acuerdo con el cual

 

Un nuevo llamado hicieron al gobierno nacional autoridades y dirigentes cívicos del municipio de San Jacinto del Cauca, en el sur de Bolívar, ante el inminente rompimiento del jarillón o muro de contención en el sitio conocido como «Cara é gato».

 

En este punto crítico es donde el río Cauca amenaza con romper lo poco que queda de jarillón, pese a los trabajos que viene adelantando la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y de Desastres con la Alcaldía de San Jacinto del Cauca.

 

El alcalde municipal Marcial Chávez dijo que hay zozobra en la región la Mojana porque son nueve municipios que afectaría el rompimiento de este punto en el sur de Bolívar, lo cual devastaría unas 150 mil hectáreas cultivadas de arroz, ganado y cultivos de pan coger en la región de La Mojana bolivarense.

 

El impacto ambiental sería la catástrofe más grande de todos los tiempos en esta zona de La Mojana bolivarense y afectaría a los municipios de Ayapel (Córdoba) Guaranda, Majagual, Sucre, San Benito de Abad y San Marcos (Sucre) y San Jacinto del Cauca en el sur de Bolívar.

 

Volviendo al comunicado del 22 de Septiembre, tras el párrafo arriba citado la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres agregó [17]

 

Frente a los hechos, el Gobierno Nacional a través de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres – UNGRD, activó un despliegue operacional para apoyar de manera complementaria y subsidiaria a los municipios y departamentos afectados por este rompimiento, esto por medio de las líneas de respuesta básica y obras de emergencia para poder subsanar la situación y generar un proceso de estabilización en la zona.

 

Afectaciones

 

Cuando esto se escribe (Octubre 2021), las inundaciones han alcanzado a los municipios de San Jacinto del Cauca y Magangué en Bolívar; Ayapel en Córdoba y Guaranda, Majagual, San Marcos, Sucre-Sucre, Caimito y San Benito Abad en el departamento de Sucre, lo que ha afectado a hoy a 30.286 familias y 109.594 personas ubicadas en 34 corregimientos y 133 veredas de esta subregión del país. No se registran personas fallecidas, heridas o desaparecidas.

 

Dado que las inundaciones avanzan de manera lenta, se continúa realizando el Registro Único de Damnificados por cuenta de las administraciones locales para determinar el número total de personas y familias afectadas, así como también se avanza en la Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades –EDAN- para establecer afectación en infraestructura.

 

Este EDAN al momento indica que 2.969 viviendas se han visto afectadas por el agua, así como 3 centros de salud, 9 acueductos, 6 puentes peatonales y 72 instituciones educativas. En materia agropecuaria, 24.253 hectáreas agrícolas han sido impactadas de manera negativa por este evento, especialmente cultivos de arroz, maíz y plátano, así como 6.757 bovinos, 6.083 porcinos, 603 equinos, 40.287 aves de corral y más de 550.000 peces.

 

Aunque este último desastre se disparó por la ruptura del mencionado dique en el sector de Cara de Gato (Care’Gato), como se vio unos pocos párrafos atrás, durante la temporada La Niña 2010-2011 ya se había presentado otro desastre hidrometeorológico de gran magnitud, el cual motivó el estudio adelantado por la Misión del Banco Mundial que concluyó con este párrafo que ya habíamos transcrito:

 

Al analizar la información disponible en las zonas de estudio, se resalta que el problema no se ha aumentado por factores de cambio climático, sino por la falta de implementación de herramientas que permitan hacer una adecuada gestión del riesgo.

 

Ya debe haber quedado claro, entonces, que esos desastres, el de 2010-2011 y el de 2021, no han tenido como causa principal el desbordamiento de los cuerpos de agua, sino la pérdida continuada de la condición anfibia de las culturas locales, un proceso de deterioro que comenzó varias décadas atrás y que todavía hoy continúa con cada vez mayor velocidad e intensidad.

Otros conceptos en el mismo sentido

En 2017 el ingeniero Omar Darío Cardona y sus colegas Gabriel Andrés Bernal, Daniela Zuloaga Romero y María Alejandra Escovar Bernal, elaboraron para el Fondo de Adaptación un estudio titulado “Modelación probabilista de inundaciones en La Mojana”[18], en el cual analizan distintas alternativas de intervenciones infraestructurales para mitigar el impacto de las inundaciones desde distintos puntos de vista, incluyendo la relación costo-beneficio para cada municipio, de las distintas alternativas estudiadas.

En ese documento, bajo el subtítulo “Evaluación holística de las opciones de intervención” advierten que

 

Evaluar el riesgo físico es fundamental, pero desde una perspectiva integral es necesario tener en cuenta no solo aspectos estructurales sino aspectos no-estructurales para dar cuenta de lo que se puede denominar el riesgo total. Factores sociales, económicos e institucionales crean a su vez condiciones de riesgo que agravan o se suman al riesgo físico. La gestión del riesgo requiere de un sistema de control (estructura institucional) y un sistema de actuación (políticas públicas y acciones) para implementar los cambios necesarios en los elementos expuestos o sistemas complejos donde el riesgo es un proceso social. El índice de riesgo total (definido como RT), se obtiene partiendo de descriptores o variables de entrada tanto para el riesgo físico como el riesgo del contexto. Los descriptores de riesgo físico se obtienen a partir de escenarios de riesgo físico y los del riesgo del contexto a partir de información sobre la fragilidad socio-económica y la falta de resiliencia del contexto. La fragilidad socio-económica y la falta de resiliencia institucional, ambiental y adaptación, son factores que “agravan” el riesgo físico o impacto directo de un evento.

 

Coherentes con ese enfoque que va más allá de los aspectos estrictamente ingenieriles del estudio, introducen el concepto de “Factores de agravamiento”, sobre los cuales anotan que

 

cada municipio tiene condiciones socio-económicas, de resiliencia y de riesgo físico diferentes. El factor de riesgo total responde a la combinación de estos tres elementos y no necesariamente corresponde con los resultados de riesgo físico presentados anteriormente. Por esto se encuentran situaciones donde la mayor parte del riesgo total lo aporta el riesgo físico, y otras donde es el factor de agravamiento es el que compone la mayor parte.


Además, las gráficas [19] ilustran las diferencias, que pueden llegar a ser grandes, entre las opciones de intervención, donde se ve claramente cómo cada opción modifica el riesgo físico y por lo tanto también modifica las proporciones de participación del riesgo físico y las condiciones de vulnerabilidad social. […]



La dificultad en este caso se refiere a qué tan difícil parece ser la implementación o no de cierta medida estructural o no estructural. Por ejemplo, la construcción de muros o estructuras de protección alrededor de cabeceras municipales plantea varios desafíos. Se desconoce la respuesta que tendría la comunidad al verse “encerrada” y separada de los cuerpos de agua de los cuales obtiene su sustento. En lo posible estas estructuras de protección o defensa deben ser terraplenes con espacio suficiente para proveer un servicio o valor agregado adicional, como un parque lineal o una zona verde arborizada o una vía, de manera que la población lo perciba como parte y componente de su paisaje urbano o rural-urbano. No obstante, esto plantea otra serie de dificultades, dado que un terraplén requiere de mayor espacio para ser construido, lo cual implicaría la compra de predios en la ribera de los ríos o ciénagas; es decir, mayores costos asociados que no fueron incorporados en las evaluaciones presentadas en este informe.

 Así mismo, la construcción del dique marginal planteado por la Alternativa 4, es decir el dique realzado y reforzado con estructuras de derivación, implica una obra importante que tiene un componente de dificultad particular, asociado al diseño y operación de dichas estructuras de derivación. Si se trata de vertederos, es difícil determinar el nivel de vertimiento que permita compensar la protección a inundaciones con garantizar el paso del agua en condiciones de sequía.

 

Inevitablemente se presentará una condición de clima seco (por ejemplo, debido al Fenómeno de El Niño) en la cual los vertederos no permitirían el paso del agua, agravando la situación en toda la región. Si se considera la construcción de compuertas de derivación, es claro que son más ventajosas por el hecho que el caudal que pasa es regulable y, por lo tanto, en condición de sequía, podría no agravarse la situación regional. No obstante, esta opción plantea un reto particular y es definir las condiciones de operación de las compuertas, así como la institución responsable de dicha operación, lo cual tiene implicaciones al decidir inundar o no, o a quién inundar antes o después cuando haya que dejar pasar parte del caudal. El tráfico de influencias o incluso la responsabilidad legal frente a que se presenten daños a causa de una operación deficiente es un tema de especial sensibilidad social, económica y ambiental.

Así mismo, al final del documento presentan una serie de reflexiones sobre las “Implicaciones ambientales” de las “alternativas de intervención” estudiadas, advirtiendo expresamente que esa es una dimensión central del tema que requiere mayor análisis:

 

En la evaluación del riesgo, fase en la cual se analiza cómo serían afectados los elementos expuestos y se realiza la estimación de las pérdidas probables para los mismos, no se determina la manera como se afecta la conectividad de los ecosistemas y cómo puede afectarse el pulso de inundación, teniendo en cuenta que es indispensable mantener los estados, características y servicios de los ecosistemas y por lo tanto determinar cómo se afectan con cada alternativa. A continuación, se consideran en forma resumida los aspectos de valoración ambiental que inciden en la selección de la alternativa que se debe implementar.

 

Estos fueron planteados por García en su documento “Evaluación ambiental de alternativas de intervención para la mitigación del riesgo de inundación

en el núcleo de once municipios en la región de La Mojana en el marco de la formulación del plan de acción”.[20]

 

La clave de la vitalidad de los ecosistemas de La Mojana es la conectividad, como ya se detalló   trabajos de García (2014 y 2015), y la preservación de los pulsos de inundación. La Tabla 9-1 muestra un resumen de las diferentes afectaciones que tiene cada alternativa de intervención al dique sobre la conectividad y los pulsos de inundación y, por lo tanto, en los servicios ecosistémicos.

 

Según este cuadro, las alternativas 2 y 3 definitivamente no serían buenas opciones, en general, para los humedales en La Mojana. La ilustración de lo que podría ser el análisis de las posibles pérdidas en el pulso de inundación tendría que verificarse con la modelación de los humedales, frente a los cambios en la amenaza, por la selección de las alternativas. Lo que sí queda claro es que habría que hacer un trabajo de protección de la conectividad, recuperando la cobertura vegetal de los caños y quebradas que conectan los ríos con la planicie inundable y con las ciénagas, para tener una mayor regulación en el manejo de los eventos extremos que según los cálculos realizados para el flujo de inundación, estarían afectando en aproximadamente 1 metro el nivel. Esta situación debe considerarse si se decide mantener las condiciones actuales (o alternativa 1), y no debe faltar en las alternativas 4 y 5, lo cual incrementaría los costos de lo que se ha estimado en el tema estructural y de construcción. Para ver este tema más en detalle y ver los análisis sobre la Política Hídrica Nacional 2010, el Estudio Nacional del Agua 2014 y Colombia Anfibia.

Aunque esta cita final al título del libro del Instituto Humboldt es la única mención que se hace -indirectamente- a la condición anfibia del territorio bajo estudio, advertencias como las antes citadas sobre los pulsos de inundación y la importancia de la conectividad entre los ecosistemas, indican que explícitamente sí tienen plena conciencia de la misma. 


Coinciden con estos enfoques otras personas conocedoras de la región y del tema entrevistadas por el periodista de El Espectador Pablo Montoya Paredes para un artículo titulado “Crisis en La Mojana: puede un dique poner fin al problema”[21].

 

Una de esas personas es el ya citado Isidro Álvarez Jaraba, cofundador de la Fundación Pata de Agua y miembro del Programa de Desarrollo y Paz de La Mojana:

Los canales y las ciénagas, que históricamente han sido receptores de agua, en este momento están frágiles y envueltos en un proceso de sedimentación, de extensión de las fronteras de cultivos y de la producción ganadera. Esto hace que la capacidad de recibir el líquido sea menor. El Cauca viene con toda la velocidad desde las cuencas alta y media. Cuando llega a la baja se suma el tema de la minería que nos empieza a echar parte de la montaña y acá llega con todo ese material. Esto lo hace más agresivo porque viene muy rápido y cargado. Por esta razón, en la margen izquierda busca los antiguos vertederos que llegaban a los caños y ciénagas, pero que ya no existen.

En esa misma entrevista Maritza Florián, especialista en cambio climático, biodiversidad y servicios ecosistémicos del Fondo Mundial para la Naturaleza en Colombia (WWF), manifiesta que

 

otro problema son las múltiples intervenciones que se han hecho para frenar las inundaciones. Según ella, la construcción de diques y jarillones han alterado el paisaje y causado un deterioro ambiental que contribuye a que las inundaciones sean una amenaza para los habitantes de La Mojana.

El error es decir que en La Mojana no ha pasado nada, el problema es todo lo contrario, en La Mojana se ha hecho mucho, y tanta intervención ha carecido de articulación y coherencia. Esto ha creado una riña entre el modelo de desarrollo y la dinámica de inundaciones difícil de conciliar y de la cual los peor librados han sido las comunidades y los ecosistemas. Por eso es importante que la implementación de acciones de largo plazo trasciendan a planes de gobierno locales e intereses de sectores económicos particulares; también la integración de factores de riesgo en el ordenamiento territorial de los municipios, y la concepción de la región a escala paisaje y no como una colcha de retazos independientes.

 

En otro artículo, titulado “Iniciativas para considerar en la Solución al problema de inundaciones en La Mojana”, Isidro Álvarez Jaraba también afirma: Confirmar fuente

 

Los estudios indican que la construcción del dique Marginal en la Ribera izquierda del río Cauca y las compuertas reguladoras con conexiones al río San Jorge, serían parte de la solución al problema de inundaciones en la ecorregión Mojana, pero dado la complejidad del asunto, porque la Mojana está inmersa en la Cuenca del Río Cauca, se nos invita a pensar en otros trabajos o alternativas de solución.

Dichas alternativas deben estar de la mano con los cambios cíclicos y la función ecosistémica de la región. […]


Es importante señores gobernadores, alcaldes, en hacer un Plan estructural vial, cuya prioridad, sean los antiguos caminos de agua. Rehacer esa gran Red que nos legaron los Zenúes, sería resignificar, reivindicar y posicionar a todos los pueblos ribereños en el desarrollo de una economía acua-agroecológica y cultural de cara a la necesidad e importancia que tiene para mundo, el agua.

 

Y otro mojanólogo, Bernardo Ramírez del Valle, quien en otros artículos expresa su inconformidad con los planes de desarrollo vial existente para La Mojana, escribe: 

 

Analizadas en sus particularidades geográficas e hidrográficas, La Mojana constituye una unidad ecosistémica indivisible, en la que cada una de sus microrregiones geomorfológicas son partes insustituibles del engranaje de su mecánica y dinámica ambiental y contribuyen a cumplir el rol que la naturaleza le ha asignado a esta llanura aluvial, y en general, a la Depresión Momposina, y es el de  amortiguar los desenfrenados torrentes de agua que bajan presurosos de las cordilleras oriental, central y occidental hacia la llanura del Caribe a través de las cuencas hidrográficas de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge. Si no fuera por estas fosas hídricas, no existieran las ciudades de Cartagena y Barranquilla en los lugares donde se encuentran.

 

Por eso, taponar los “chorros” caucanos y lobanos de La Mojana es atentar contra el diseño ambiental de esta ecorregión, pues la condición natural de ella es la inundación. Eso no significa, que esas inundaciones que produce el Cauca no puedan ser reguladas y administradas a través de obras de mitigación ambientalmente compatibles para que ese gran distrito de riego natural que es La Mojana pueda generar valores agregados para las poblaciones que la habitan, que tiene que ver con el control a las inundaciones repentinas, agua permanente los 365 días del año para irrigar la tierra destinada a la agricultura y la ganadería; el desarrollo de la industria acuícola y el mejoramiento de la calidad de vida de los mojaneros.

 

Otros factores que influyen en la pérdida de la condición anfibia del territorio y sus comunidades

La Alerta Temprana N°003-2020 de enero 16 de ese año, expedida por la Defensoría del Pueblo[22] constituye otro análisis detallado de una dimensión continuada que afecta a la región que nos ocupa y que no tiene que ver con dinámicas hidrometeorológicas sino con diversos procesos de una u otra manera relacionados con el conflicto armado.


Dice así en los siguientes párrafos, que forman parte de un documento de 41 páginas:

 

Los municipios del sur del departamento de Sucre, (subregiones de la Mojana y el San Jorge) han registrado ciclos de violencia en las últimas décadas como consecuencia de la presencia y actuar de los grupos armados ilegales, que tienen el propósito de establecer el dominio sobre el territorio y ejercer el control social mediante la ejecución de acciones violentas que vulneran los derechos de la población civil asentada en el territorio.

 

En ese sentido, la Defensoría del Pueblo en el año 2017 emitió el Informe de Riesgo (IR) 042-17 para los municipios Guaranda y Majagual advirtiendo que, debido a la presencia y control hegemónico de las AGC o Clan del Golfo (según la denominación dada por la Fuerza Pública) en estos municipios, la población civil enfrentaba riesgos contra su vida, integridad y libertades fundamentales los cuales se podían concretar a través de conductas tales como amenazas de muerte, atentados contra la vida, homicidios selectivos, restricciones a la movilidad, constreñimiento a las libertades fundamentales, imposición de normas de conductas, reclutamiento forzado, utilización de niñas, niños y adolescentes, desaparición forzada, desplazamientos y tributación forzada.

 

De igual manera, se incluyó como población en riesgo a los sujetos sociales, políticos y económicos de ambos municipios, esencialmente a los campesinos, comerciantes, ganaderos, transportadores de planchones y lanchas, docentes, funcionarios de instituciones que promueven y defienden derechos humanos y contratistas de obras públicas. Igualmente, expresó especial preocupación por los riesgos que sufren los líderes y lideresas de los procesos sociales, comunitarios y campesinos, particularmente, los integrantes de la asociación de campesinos ubicados en la finca, “Así Pues”, en la vereda “No Te Pases” de Majagual.

 

En dicha advertencia, se enfatizó en el control social ejercido contra la población civil a través de la imposición de normas de conducta, sanciones económicas, la utilización de las mujeres y adolescentes como parejas sentimentales, y el reclutamiento forzado de adolescentes como estrategias de las AGC para consolidarse en el territorio.

 

En el seguimiento a dicho informe de riesgo, se evidencia que, a pesar de las acciones de persecución y capturas realizadas por la Fuerza Pública a los integrantes de la estructura ilegal en estos dos municipios, el riesgo advertido en el IR 042 de 2017 persiste, ampliándose ahora hacia los municipios de Sucre, San Benito Abad y San Marcos. Lo anterior, tiene dos explicaciones: por un lado, que las recomendaciones formuladas a las autoridades civiles para mitigar los riesgos descritos por la Defensoría tuvieron bajo nivel de cumplimiento en razón a que no fueron acciones localizadas y oportunas. Por otro lado, porque las AGC vienen diversificando su accionar y formas de instalarse en el territorio, a fin de administrar el miedo a través de los dispositivos de violencia letal y de baja intensidad para lograr su objetivo que es la expansión territorial de su dominio y control absoluto de las rutas del narcotráfico. (Resaltado GW-Ch)

 

Es así que los entornos rurales de Guaranda y San Marcos por ser estratégicos para la movilidad entre los centros de acopio y procesamiento de la hoja de coca ubicada al sur de Bolívar, Córdoba y el Bajo Cauca antioqueño son controlados directa y abiertamente por jefes locales, tal como lo advirtió IR 042-17. Mientras que, Majagual, San Benito Abad y Sucre son usados como corredores de movilidad y transporte de mercancías ilegales hacia los puertos naturales del Golfo de Morrosquillo y la zona costera de Córdoba.

 

A esto se añade que los centros urbanos de los cinco municipios son usados para controlar el narcomenudeo, vigilar a la Fuerza Pública, hacer inteligencia a futuras víctimas de extorsión y ejercer el control social (Guaranda) o esconderse o mimetizarse entre la población civil.

En este contexto los municipios advertidos en esta alerta además de ser estratégicos para la cadena de comercialización de las drogas hacia los mercados nacionales e internacionales se convierten en zonas de repliegue, abastecimiento y recreación de los integrantes de la estructura armada ilegal. Esto último, tiene impacto sobre la seguridad y derechos específicos de las adolescentes y mujeres jóvenes quienes suelen ser instrumentalizadas por los actores armados con fines sexuales. Los corregimientos de Cuenca y Las Flores (San Marcos) son usados por los integrantes de las AGC que arriban desde el sur de Córdoba o el Bajo Cauca a descansar o a ocultarse de la persecución de las autoridades. Igual ocurre en Diazgranados y Puerto López (Guaranda) que son utilizados para el refugio y descanso de los que vienen del sur de Bolívar.

 

Estas realidades permean las relaciones sociales en los territorios advertidos, que si bien, no se evidencian amplias redes de apoyo, el contexto de violencia al que ha sido sometidos desde hace tres décadas, facilita el sometimiento y la naturalización de ciertos comportamientos como el constreñimiento de las libertades fundamentales mediante la imposición de normas de conductas y sanciones por el incumplimiento de éstas.

 

Las expresiones de dominación social y control territorial son instrumentales para los propósitos de la estructura que se afianza en la economía ilegal. Es preciso comprender la Mojana y el San Jorge sucreño a la luz de dinámicas de seguridad, de economías legales e ilegales, políticas y sociales de los municipios colindantes como Achí, San Jacinto del Cauca, Magangué (Bolívar) Ayapel, Pueblo Nuevo (Córdoba) y el Bajo Cauca Antioqueño, donde las AGC se encuentra en disputa con el ELN y otras estructuras pos-desmovilización.

 

Ello explica los usos de la violencia selectiva en Guaranda y San Marcos, la presencia en los corregimientos limítrofes y los controles de movilidad impuestos a la población civil de estos corregimientos.

 

En este escenario la niñez, la adolescencia y los jóvenes se encuentran en alto riesgo debido al interés que tiene la estructura para usarlos o enrolarlos a sus filas para que cumplan tareas de diversa índole, desde labores de venta de drogas al menudeo hasta el sicariato. Igualmente, la colindancia con las zonas de presencia del ELN en el Departamento de Bolívar, hace que este riesgo se aumente por las incursiones esporádicas que hacen milicianos de esa guerrilla a los corregimientos y veredas de Guaranda y Majagual para reclutar adolescentes y jóvenes. 


El 25 de Octubre de 2020, por ejemplo, el diario El Espectador[23] informó que

Este 24 de octubre de 2020, hacia la 1:00 p.m., se registró el arribo de una lancha que transportaba a alrededor de cinco hombres armados en un predio ubicado en los límites de los municipios de San Marcos y San Benito Abad (Sucre), región de La Mojana Sucreña. Los hombres bajaron de la embarcación y dispararon contra cinco personas, asesinándolas. Hasta el momento se conoce que eran miembros del pueblo indígena zenú. Todavía se están confirmando las identidades de las víctimas. Se ha logrado identificar a Lácides Cochero Alba, de 47 años; Darwin De Hoyos, de 42 años, y al abogado Arquímedes Centenaro Carriazo. Los campesinos estaban en medio de un pleito por tierras y días antes les habían quemado los ranchos para desalojarlos.


Adil Meléndez, abogado defensor de derechos humanos e integrante del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) en Sucre, explicó a este medio que “días antes de la masacre hubo una reunión en la que participó el señor alcalde de San Marcos. Estuvo también el presidente del Consejo, el secretario del Interior, el comandante de la Estación de Policía y ganaderos de la región. En esa reunión presuntamente los ganaderos manifestaron disponer de toda la logística para desalojar a los campesinos que hoy están asesinados”.

Meléndez se refiere a desalojarlos de un predio en el que había una disputa porque los campesinos lo estaban ocupando. Fue en este en el que, en días pasados, “llegaron hombres armados presuntamente del Gaula o miembros de la fuerza pública y quemaron los ranchos de los campesinos”, dice Meléndez. Este medio conoció un video en el que se ve cómo los campesinos le reclaman a un funcionario por la quema de los ranchos.

Un sobreviviente de la masacre, también indígena zenú, dijo que tanto él como las personas asesinadas iban a compartir una comida con otras personas. Manifestó conocer a Darwin, a Lácides y al abogado, pero no los nombres de los demás. Dice también que los armados se llevaron en canoa a las dos víctimas. El sobreviviente pide protección.

Más de un año después de fechada esa Alerta de la Defensoría, en sendos comunicados del 2 y el 5 de marzo de 2021 un grupo de 12 congresistas que visitaron la subregión Montes de María, La Mojana y San Jorge, llamaron la atención del Gobierno Nacional sobre “este sistemático hostigamiento a los líderes y lideresas” y “la situación de seguridad, desplazamiento forzado, amenazas contra la vida y la integridad personal y demás vulneraciones que sufren los habitantes de la zona por actores armados irregulares con incidencia y presencia en el territorio […]  queremos manifestar que rechazamos de manera vehemente las amenazas sistemáticas a líderes y lideresas, defensores y defensoras de derechos humanos, antes, durante y después de la audiencia pública realizada en Sincelejo (se refieren a la del 2 de marzo). En especial, las que recibió el día de hoy uno de los participantes, que de manera inequívoca nos lleva a inferir que se producen por el pronunciamiento que hizo en dicha audiencia.

Lo anterior indica que a lo largo de ese año, cualquier medida que hubiera tomado el Estado para proteger la vida y demás derechos humanos de las comunidades mojaneras, no habían sido efectiva.

Por el contrario, noticias recientes como esta de El Espectador de Agosto 6, 2021[24], indica que se siguen presentando:

 

Entre el 20 de septiembre y el 3 de octubre de este año, los campesinos reclamantes de tierra del predio La Europa, ubicado en el municipio de Ovejas, región de Montes de María, han recibido cinco visitas de hombres armados identificados como integrantes de las AGC[25], quienes les advierten que se tomarán el predio. A Andrés Narváez, Gilberto Pérez y Argemiro Lara, líderes de restitución, les quitaron su esquema de protección. […]

 

El predio La Europa, como dice Jeisson Paba, abogado de Derechos Humanos, es una puerta de entrada y salida estratégica en la región, pues conecta varios municipios de Sucre y Bolívar, y es un corredor estratégico en los Montes de María para los grupos armados. Esa es una de las razones por las que, desde 1994, según los líderes, no ha habido un día de tranquilidad en la finca. En ese año, los primeros en hacer control territorial fueron el Frente 34 de las extintas Farc-EP; luego, en el 2000, la guerrilla del Eln se disputó la zona, y después llegaron los grupos paramilitares con el Bloque Montes de María de las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) que desplazaron a familias hacia los cascos urbanos.

 

Otro concepto que confluye

En un artículo titulado “¿Por qué ocurren inundaciones en el Bajo Cauca?”, publicado el 7 de Septiembre de 2021 en el periódico de la Universidad Nacional de Colombia [26],  el profesor Germán Vargas Cuervo, del Departamento de Geografía de esa Universidad, analiza el contexto territorial (hidro-ecosistémico y social) en que el 27 de Agosto se produjo la ruptura del dique en el punto denominado Cara de Gato (o Care’Gato), hecho que se identifica como desencadenante del desastre

Aunque quisiera hacerlo, no puedo transcribir aquí todo ese texto, sino que me limitaré a resaltar dos puntos que confluyen con las conclusiones a que han llegado otros estudios, incluyendo el que realizó la Misión del Banco Mundial sobre el impacto de La Niña 2010-2011, del cual también hemos incluido aquí varios apartes; además de otros muchos que se han realizado.

Bajo el subtítulo “La mano del hombre”, el profesor Vargas Cuervo escribe:

 

Obras civiles. La construcción de obras civiles como vías al interior del lecho mayor o sobre diques aluviales naturales ocasiona obstáculos a la dinámica fluvial natural de los ríos y produce rompederos. Si el movimiento frontal de un meandro choca con el dique de una vía, sufre un ligero retroceso y busca las zonas más débiles rompiendo los diques aluviales de la vía. Un factor contribuyente de origen antrópico o por intervención del hombre en este sector del río Cauca es la presencia de una vía (Caucasia – Nechí, San Jacinto del Cauca) que en algunos sectores su trazado está dentro del lecho mayor. Efectos de esta condición se evidencian en la ocurrencia de rompederos como el de Mundo Nuevo, Santa Anita y Cara de Gato.

 

Zonas urbanas al interior del lecho mayor. El asentamiento ancestral y desarrollo de poblaciones en las márgenes del río sin tener en cuenta la dinámica fluvial son altamente vulnerables a inundaciones por encontrarse en el lecho mayor del río por crecientes o cambios asociados a su dinámica. Poblaciones como Caucasia, Nechí, San Jacinto del Cauca, Guaranda, entre otros presentan algunos sectores en el lecho o llanura de inundación.



Intervención de diques aluviales naturales. Los diques naturales de los ríos por ser zonas seguras contra inundaciones comúnmente son intervenidos para construir viviendas o carreteras afectando su condición natural y haciéndolos susceptibles a procesos erosivos. Varios sectores de la vía existente por la margen izquierda del río Cauca se presentan sobre estos diques naturales.
 

La posición del Gobernador del Departamento de Sucre

 

Transcribo textualmente a continuación, algunos apartes de la intervención del Gobernador de Sucre, Héctor Olimpo Espinoza, tomados de la grabación del debate al Gerente del Fondo de Adaptación, Dr. Edgar Ortiz Pavón, que se adelantó en la Comisión Segunda de la Cámara de Representantes el 11 de Agosto de 2020 por citación del Representante por el mismo Departamento, Hector Javier Vergara.[27]

 

“El problema de la región [La Mojana] es que mientras no se haga el control de la inundación todas las inversiones corren peligro…”

 

Los que mejor la manejaron fueron los zenúes hace muchísimos años; hicieron un manejo que les permitió explotar (sic) La Mojana en términos agrícolas de la mejor manera con unos sistemas de riesgo de espinas de pescado (que) hoy día son declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

 

Quien vuelve a mirar hacia La Mojana es el expresidente Álvaro Uribe. Ahí se consolidó la seguridad en la región e hicieron unas obras de infraestructura muy importantes en los dos periodos del expresidente Uribe: la vía San Marcos-Majagual-Guaranda y Achí que nos permitió el acceso vial a la región…

 

Según el Gobernador

 

Minuto 43:40 la única solución al problema de La Mojana que se inunda porque el río Cauca se desborda por el margen izquierdo buscando la depresión […] es la construcción de un muro de más o menos 53 kilómetros sobre la margen izquierda del río Cauca, por valor de $756.000’000.000 (756 mil millones de pesos) [Una vez se lleve a cabo esa obra se puede] proceder a que La Mojana sea la primera región resiliente bioclimática de Colombia y se puede comenzar a crear un gran distrito de riego como lo han hecho en el Perú…  […] Min 45:55 Las inversiones de las obras de infraestructura van a generar empleos y van a duplicar la capacidad productiva de una zona de 450 mil hectáreas que perfectamente podría ser la despensa agrícola de Colombia […] Hoy se produce buena parte de la producción patilla que se produce en Colombia; el 12% del arroz que se produce en Colombia, pero la región está subexplotada por la inestabilidad y a incertidumbre que genera el problema de las inundaciones…

 

Resulta muy sorpresivo que un gobernante oriundo del corazón de la Colombia Anfibia, parezca ignorar que la fertilidad de los suelos de esa región depende, precisamente, de los ciclos y flujos del agua a lo largo del año, lo cual para él, constituye EL PROBLEMA y no LA RIQUEZA de La Mojana. Esto último siempre y cuando, por supuesto, se logren conservar -o más exactamente: recuperar y fortalecer- las condiciones hidro-ecosistémicas que hacen posible la existencia de las hoy amenazadas culturas anfibias.

 

La multimillonaria “solución” estructural que el Gobernador Espinoza reclama -y que finamente el Gobierno Nacional aprobó (como lo vamos a ver más adelante)-, logrará reprimir totalmente la condición cíclica del territorio y de las culturas anfibias que han coevolucionado con él, y acabará imponiendo el modelo de desarrollo que, en sus propias palabras, evitarán que la región siga siendo “inexplotada”: grandes cultivos agroindustriales, ganadería extensiva, acceso al agua a través de un distrito de riesgo y no directamente de las fuentes, como todavía hoy lo hacen las comunidades campesinas que han logrado resistir a las amenazas, los asesinatos y los desplazamientos.

 

Retomo aquí el último de los epígrafes con los que comienza este artículo, en el cual el escritor Adalberto Bolaño Sandoval, en su artículo titulado “Los ríos del desastre en Rufo y García Márquez”[28], afirma que

 

El agua no solo es un lugar paradigmático, sino que se asocia a lo femenino y también a las emociones, la intuición, las percepciones psíquicas, así como a los misteriosos dominios de la energía femenina arquetípica.

 

Esto porque interpretaciones como las que expone el señor Gobernador de Sucre sobre las causas del desastre de La Mojana, constituyen un argumento contundente para insistir en la necesidad de que en continuum gestión ambiental-gestión del riesgo de desastres-gestión climática incorpore el Enfoque de Género, puesto que la visión femenina del mundo permite entender el carácter cíclico de la Naturaleza de una manera que parece vetada por la concepción machista del mundo, que la escritora Miranda Gray define muy bien en su libro “Luna Roja”, como “la visión lineal que tiene la sociedad acerca de tiempo y la realidad”. A lo cual agrega adelante: “Si la mujer realmente toma conciencia de que su vida menstrual es una expresión de un ser de naturaleza cíclica, comenzará a ver que forma parte de los grandes ritmos del universo…”

 

Anuncio de inversiones por parte del Gobierno Nacional

El 2 de Octubre de 2021 el Departamento Nacional de Planeación expidió un comunicado [29] en el cual informa que

 

El presidente de la República, Iván Duque, y Alejandra Botero Barco, directora del Departamento Nacional de Planeación, anunciaron una inversión de 2,5 billones de pesos, tras evaluar los daños ocasionados por la ruptura del dique sobre el río Cauca, en el punto conocido como Cara de Gato.​

En su visita al Puesto de Mando Unificado en Majagual, Sucre, la directora Botero, señaló que a través de dos documentos CONPES se brindará una solución óptima e integral ante la crisis ambiental que atraviesa la región, garantizando los recursos mediante la construcción de un plan de acción concreto y funcional. Esta inversión busca proteger los cascos urbanos de 9 municipios y se complementa con las intervenciones que se adelantan, actualmente, por parte del Fondo de Adaptación en los municipios de San Marcos y Magangué.

Es así como, el próximo mes estará listo el documento CONPES de Declaratoria de Importancia Estratégica que asegurará los recursos para dicha obra. Este CONPES tiene dos fases de acción: una primera que destinará un 92 por ciento de la inversión para infraestructura, construcción de diques, mejoramiento de 3 diques existentes, construcción de tablestacado y puntos de conexión hidráulica. Y una segunda fase estrictamente ambiental, que se distribuirá en rehabilitación de canales, mantenimiento (mano de obra local) y recuperación de ecosistemas.

El Gobierno Nacional reafirma su compromiso con la región mediante la consolidación del CONPES de Declaratoria de Importancia Estratégica, que se complementa con el documento CONPES de Política, el cual se desarrollará a largo plazo y contempla una solución agrícola y ambiental para los habitantes de la región.​

 

En el video al que remiten desde ese comunicado y en un hilo de la cuenta de Twitter del Departamento Nacional de Planeación[30], la Directora afirma que

 

Con esta solución estructural para la región se protegerá de inundaciones a La Mojana y se mitigarán futuras afectaciones. Desde el DNP -continúa haciendo referencia a los CONPES de que habla el comunicado- avanzaremos en la elaboración de estos documentos de política, junto con el territorio.

 

Allí mismo indica cómo se invertirán esos recursos:

 

·         Construcción de diques

·         Mejoramiento de 3 diques existentes

·         Construcción de tablestacado

·         Puntos de conexión hidráulica

·         Rehabilitación de canales

·         Mantenimiento (mano de obra local)

·         Recuperación de ecosistemas

 

 

El plan de inversiones, afirma otro tuit, se abordará en 4 fases:

 

·         Protección de cascos urbanos de Achí, Guaranda, San Jacinto del Cauca, Nechí

·         Dinámicas hidráulicas sobre río Cauca

·         Protección de cascos urbanos de Ayapel, Caimito, Majagual, San Benito Abad y Sucre

·         Rehabilitación de Canales y restauración ambiental

 

De acuerdo con lo expresado por la Directora en el video, la inversión ambiental (rehabilitación de canales: $200.000 millones y dinámicas hidráulicas) equivale al 8% de la inversión total del proyecto.

 

El “Plan de Adaptación al cambio climático en La Mojana 2013-2026” que coordina el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD [31]

 

Desde el año 2013 se viene ejecutando en los 11 municipios de La Mojana este proyecto que coordina el PNUD, cuyo objetivo se ha planteado como Mejorar la capacidad de adaptación al cambio climático de poblaciones rurales y gobiernos locales de la Mojana” y con el cual, de acuerdo con el documento correspondiente, se espera beneficiar a 405,625 personas, de las cuales el 50% habita en zonas rurales.

 

La inversión total prevista es de 128 millones de dólares, de los cuales) 81,7

Son recursos nacionales y los 46,3 restantes provienen de una donación de Protocolo de Kioto y el Fondo Verde del Clima (GCF).

 

En su componente institucional, participan en ese proyecto el Departamento Nacional de Planeación, el Fondo de Adaptación, el Ministerio de Ambiente, el Ideam, el Instituto Humboldt, las Corporaciones Autónomas de la Región, las Alcaldías, las Gobernaciones, y las Universidades locales.

 

También participan en el proyecto la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) [32] y ASPROCIG[33] (Asociación de Productores para el Desarrollo comunitario de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú), ambas conformadas por comunidades de base, entre cuyos integrantes se encuentran los herederos  directos de las Culturas Anfibias del Caribe colombiano, que aportan sus saberes ancestrales este proceso de re-adaptación humana a las dinámicas del agua..

 

Como metodología se contemplan las llamadas “Soluciones basadas en la naturaleza con Enfoque en los más vulnerables al cambio climático y Adaptación basada en comunidades y ecosistemas”.

 

El proyecto también tiene en cuenta que “más del 60% de los hogares rurales de la Mojana están bajo condiciones de pobreza multidimensional (42 puntos por encima del IPM del país)” y que las inundaciones periódicas forman parte del ciclo normal de los ecosistemas de la región.

Esas Soluciones basadas en la naturaleza” incluyen la rehabilitación de 30 canales (longitud total: 800 kms), con lo cual esperan contribuir al control (que no a la eliminación) de las inundaciones, a la recuperación de la pesca y los medios de subsistencia, a la navegabilidad, a la reactivación económica y a la generación de los denominados “empleos verdes”. La inversión prevista para este componente es de 160.000 millones de pesos colombianos, rubro que posiblemente esté incluido en la cifra a la que se refirió la Directora del Departamento Nacional de Planeación cuando en una alocución ya citada[34], mencionó que la inversión ambiental prevista para rehabilitación de canales y dinámicas hidráulicas en el Plan de Inversiones del Gobierno Nacional, es de 200.000 millones de pesos, equivalentes al 8% de la inversión total de dicho Plan, en el cual el 92% restante está destinado a obras de infraestructura.

 

Este plan se fundamente en las siguientes consideraciones básicas:

 

·         Las inundaciones son parte de la dinámica natural de la Mojana.

 

·         Los impactos afectan a todos y todas, pero es la población rural vulnerable las más afectada.

 

·         La información de tiempo y clima a escala local es fundamental para la toma de decisiones a todo nivel.

 

·         Las medidas propuestas tienen el potencial de promover la reactivación económica y generar empleos verdes, si ejecutan con la población.

 

·         Si se invierte en el modelo integral dándole prioridad a la rehabilitación de canales, el gobierno estaría invirtiendo en una solución estructural que fortalece el capital natural de la Mojana, previniendo desastres futuros y haciendo efectivo el compromiso asumido con los tratados internacionales (Protocolo de Kioto y Fondo Verde del clima).

 

  

    Soluciones Basadas en la Naturaleza probadas y que funcionan para atender a la población rural más vulnerable

 

 Tres preguntas a manera de conclusión provisional

 

Es necesario conocer el “documento CONPES de Declaratoria de Importancia Estratégica” que de acuerdo con el comunicado del DNP[35] se expedirá en el mes de Noviembre de 2021 y que, como ya se indicó

 

tiene dos fases de acción: una primera que destinará un 92 por ciento de la inversión para infraestructura, construcción de diques, mejoramiento de 3 diques existentes, construcción de tablestacado y puntos de conexión hidráulica. Y una segunda fase estrictamente ambiental, que se distribuirá en rehabilitación de canales, mantenimiento (mano de obra local) y recuperación de ecosistemas.

 

Recogemos y compartimos los interrogantes que desde distintas fuentes ya se han formulado, sobre la pertinencia del orden propuesto para las fases mencionadas, y las inquietudes sobre la manera como se definieron y diseñaron esas obras de infraestructura (o como se van a diseñar las que faltan), y si se ha tenido en cuenta, entre otras precauciones del continuum gestión ambiental-gestión del riesgo-gestión climática, la “Evaluación holística de las opciones de intervención” que recomendó el equipo liderado por el ingeniero Omar Darío Cardona en el documento de 2017, Modelación probabilista de inundaciones en La Mojana”[36], el cual se comentó atrás.

 

De allí surgen las siguientes preguntas que formulamos a manera de conclusión provisional:

 

Primera pregunta: ¿Hasta qué punto ese Plan que acaba de anunciar el Gobierno Nacional en el cual se invertirán 2.5 billones de pesos, el 92% del cual se llevará a cabo a través de obras de infraestructura, contribuirá a las condiciones en las cuales es posible que sigan adelante y que sean efectivos proyectos como el que coordina el PNUD, que gira alrededor del fortalecimiento de los ecosistemas y de las comunidades, y el mismo plan que hasta ahora ha venido liderando el Fondo de Adaptación y con el cual está articulado el del PNUD?

 

Recordemos que al gerente del Fondo de Adaptación, Dr. Edgar Ortiz Pabón, que ejercía el cargo cuando se formuló ese Plan, se le realizó por parte de la Comisión Segunda de la Cámara de Representantes el 11 de Agosto de 2020 el debate de control en el cual el señor Gobernador de Sucre cuestionó la efectividad de dicho Plan, e insistió en que la construcción del muro de más o menos 53 kilómetros sobre la margen izquierda del río Cauca, por valor de $756.000’000.000 (756 mil millones de pesos) era la única solución efectiva para solucionar el problema de La Mojana.

 

Al doctor Pabón se le aceptó la renuncia al cargo mediante Decreto 649 del 16 de Junio de 2021, y fue reemplazado por la Doctora Raquel Garavito Chapaval, a quien el correspondiente boletín de esa Entidad[37] presentó como

 

una experta en temas regionales, con alta sensibilidad social, [que] se posesionó este jueves 17 de Junio como gerente del Fondo Adaptación, una entidad que responde a las necesidades de las poblaciones más vulnerables y adapta al país al cambio Climático. […]

 

Anteriormente, Raquel Garavito se desempeñaba como Presidenta del Fondo Nacional de Turismo, FONTUR, cargo en el que permaneció durante dos años y tres meses.

 

El 28 de Septiembre la nueva gerente anunció un “Plan de Choque para agilizar entrega de obras” durante un debate de control político al que fue citada por la Comisión Sexta de la Cámara de Representantes.[38] Cuatro días después -el 2 de Octubre- se produjo el anuncio de las obras que ejecutará en La Mojana el Gobierno Nacional.

 

Surge la inquietud de si el anterior gerente, en algún momento, habrá expresado la misma pregunta que nos estamos formulando aquí, sobre la compatibilidad entre las prioridades y enfoques del alto Gobierno y el plan que el Fondo de Adaptación formuló bajo la dirección a su cargo.

 

Segunda pregunta: suponiendo que efectivamente se ejecuten todas las obras de infraestructura con las cuales el Gobierno Nacional se está comprometiendo ¿cuál puede ser el impacto de las mismas sobre el territorio, cuando como lo demuestran los estudios técnicos que aquí hemos citado, la principal causa del desastre son las múltiples intervenciones que a lo largo de décadas se han venido haciendo en el territorio (diques para reprimir las dinámicas del agua, desecación y relleno de humedales, etc?

 

Oyendo y leyendo hoy al Alto Gobierno, resulta inevitable preguntarse si una vez más están intentando conjurar el desastre con más de lo que lo produjo

 

Tercera pregunta: suponiendo también, en gracia de discusión, que todas las obras propuestas -o más bien: ya decididas- efectivamente funcionaran y lograran reprimir las dinámicas del agua, y se lograra consolidar el modelo de desarrollo basado en la ganadería extensiva y en la agroindustria (modelo del cual, como se sabe, ya existen avanzadas en la región, las cuales tienen una alta responsabilidad en la pérdida de la anfibiedad de los ecosistemas y de las comunidades), ¿qué va a suceder entonces con las comunidades locales, que además de las múltiples amenazas que provienen del incremento de la vulnerabilidad del territorio, también deben enfrentar las que provienen de grupos armados ilegales que intentan expulsarlas para consolidar su control territorial?

 

En otras palabras, ¿al servicio de quién van a estar realmente esas intervenciones?

 

No es fácil dar en este momento una respuesta precisa, ente otras razones porque hasta donde tenemos conocimiento, a la fecha no se ha podido realizar el Catastro Multipropósito en La Mojana.

 

Reflexión final (por ahora…)

 

Comenzamos este artículo con unos epígrafes tomados de Cien Años de Soledad y de autores que comentan la obra de García Márquez e interpretan el diluvio que durante cuatro años y once meses se desató sobre Macondo, como una metáfora propia del realismo mágico, de los efectos del choque entre la cosmovisión de los habitantes del territorio y el modelo de mundo impuesto por la Compañía Bananera; una gran metáfora que hoy sigue vigente cuando, un siglo después, se mantiene en mayores escalas el conflicto entre una cosmovisión basada en la convivencia con las dinámicas de la Naturaleza, en la simbiosis entre los seres humanos con el agua y sus ciclos, y en alianzas con todas las expresiones de la biodiversidad; y una cosmovisión dominante basada en las prioridades que unos sectores económicos y políticamente poderosos, pretenden imponerles a la Naturaleza y a otros sectores de las sociedades humanas. En ambos casos, el de hace un siglo y el de hoy, el agua en todas sus formas interviene como un actor decisorio del territorio y como un implacable evaluador de las decisiones humanas.

 

De La Mojana a la Sabana de Bogotá y en todos los demás territorios del país, la recuperación de los saberes las culturas anfibias constituye un requisito para la exitosa coevolución de las comunidades humanas con las dinámicas de ese planeta en que se está convirtiendo la Tierra como resultado de la crisis climática. Para el país sería trágico perder ese corazón de la Colombia Anfibia.

 

 

Posdata a la Reflexión

 

Sin comentarios adicionales a los que se han venido haciendo en las páginas anteriores, se transcriben los siguientes fragmentos de la noticia que se publicó el  7 de Marzo en la página web de OPICOL (Organización de periodistas independientes de Colombia)[39]:

 

La creciente del río Cauca afectó 70 metros del nuevo jarillón, que construyen en la zona donde se presentó una emergencia similar en septiembre del año pasado.

Una nueva emergencia se registró en el chorro de Cara de Gato, en San Jacinto del Cauca (Bolívar) por cuenta de una nueva creciente súbita del río Cauca, que afectó las obras que se realizan sobre el margen del río para reparar parte del jarillón que en septiembre del año pasado tuvo una ruptura en un hecho similar.

De acuerdo con la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD), el pasado primero de marzo se había logrado unir los dos extremos del nuevo jarillón, pero una creciente del río Cauca, 1,9 metros por encima de las obras, afectó los trabajos que se venían ejecutando.

“Estamos en terreno y nunca hemos dejado de estar trabajando en la obra. Seguiremos trabajando en este chorro hasta lograr que la cota esté por encima de los niveles del río Cauca para que el agua no sobrepase la estructura, mitigando así el impacto de las inundaciones en toda la región de La Mojana”, señaló el director de la UNGRD.

Además de esto, el funcionario indicó que se realizó una reunión con las comunidades, los gremios de ganaderos y agricultores, veeduría e interventor, entre otros, para indicar las nuevas acciones en la zona, ya que la creciente afectó 70 metros de la estructura, para lo que se hará un realce del dique, dragado de la isla que se formó en la zona de la obra (que ha provocado la emergencia) y un reforzamiento en otros puntos para evitar nuevos daños.

A la zona fueron trasladadas siete retroexcavadoras de oruga, ocho volquetas, una draga y dos botes para hacer el realce de la plataforma y el asentamiento de los pilones, mientras se soluciona esta nueva emergencia. Durante el 2 y 3 de marzo se presentaron crecientes en el río Cauca que afectaron los trabajos de reconstrucción del boquete de Cara de Gato, punto crítico por el que se filtraron las aguas en agosto del año pasado, que dejaron más de 20 mil damnificados.

Termino esta posdata con el pantallazo a una noticia publicada por el diario El Tiempo el 19 de Marzo del año en curso[40]:

Y agregan a continuación:

Una nueva mortandad de peces se registra en la ciénaga 'Los Patos', en la zona rural de la Villa de San Benito Abad (Sucre), al parecer como consecuencia de las inundaciones que ocasiona el río Cauca.

(Lea también: 
Creciente de río Cauca destruyó la poca protección que quedaba en La Mojana)

A finales de enero fue reportada la primera mortandad y las autoridades especializadas indicaron que se trató de la falta de oxígeno en el espejo de agua, ante el bloqueo que originan las corrientes de agua que llegan del río Cauca.

Aunque el desarrollo posterior de la noticia resulta más claro en cuanto a las verdaderas causas del desastre, quien la tituló y la subtituló, evidencia muy bien las imposiciones de una cultura secana que obligan a las aguas del corazón de la Colombia anfibia, a protestar por las malas.

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 Notas de pie de página

[1] Maynart, N. (2018). El olvido y la lluvia: la soledad en un universo llamado Macondo. 

[2] Bolaño, A. (18 de junio de 2017). Los ríos del desastre en Rulfo y García Márquez. Revista El Heraldo. Los ríos del desastre en Rulfo y García Márquez | Revistas (elheraldo.co)

[3] Radio Nacional de Colombia (2 de noviembre de 2020). Creciente del río Fundación generó inundaciones en Magdalena. Creciente del río Fundación generó inundaciones en Magdalena (radionacional.co)

 [4] Wilches-Chaux, G. (15 de mayo de 2013). Nuestro orden generador de entropía. Aguaceros y Goteras. http://enosaquiwilches.blogspot.com/2013/05/nuestro-orden-generador-de-entropia.html

 [5] Definición que forma parte del concepto-herramienta de a Seguridad Territorial, el cual se ha venido construyendo y validando en escenarios concretos del continuum gestión ambiental-gestión del riesgo-gestión climática, y que ha resultado útil también en procesos de transformación de conflictos. Aparece expuesto en libros como “Brújula, batón y lámpara para trasegar los caminos de la educación ambiental” (Wilches-Chaux, G. Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial – 2006) y “La gestión del riesgo hoy: contextos globales, herramientas locales” (Estrategia Internacional para la reducción de desastres EIRD – 2008).

[6] Jaramillo, U., Cortés-Duque, J. y Florez, C. (eds.). (2015). Colombia Anfibia. Un país de humedales. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.

[7] Fondo Adaptación (2016). Plan De Acción Integral para la reducción del riesgo de inundaciones y adaptación al cambio climático en la región de La Mojana. (Pág. 10)

[8] Realmente, de una u otra forma, todo el proyecto de vida y toda la obra literaria de este este autor, a quien volveremos a acudir más adelante, gira alrededor de su territorio de origen.

 [9] Álvarez Jaraba, I. (2007). García Márquez en La Mojana, la otra orilla de Macondo. El País de las Aguas. Erikaletra Editores.

[11] Campos, A., Holm-Nielsen, N., Díaz C., Rubiano, D., Costa, C., Ramírez, F. y Dickson, E. (2012). Análisis de la gestión del riesgo de desastres en Colombia: un aporte para la construcción de políticas públicas. Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento / Banco Mundial Región de América Latina y El Caribe.

[12] También llamadas depresiones inundables o basines (Martínez, 1992; Villota, 1991) son depresiones receptoras de los excedentes de las aguas de desborde y de sedimentos finos.

[13]Según el último Comunicado Especial N°034 publicado por el IDEAM este miércoles, el fenómeno de La Niña ha estado presente desde agosto 2020 hasta el mes de mayo de este año. Para lo que resta de 2021 no se descartan condiciones frías en el Pacífico Tropical, a partir del mes de septiembre.” https://tinyurl.com/jxawnmj9 Consultado 5/10/2021

[14] Noticias. (18 de agosto de 2021). “Existe una alta probabilidad de que tengamos el fenómeno de La Niña: un 69%”: Ministro de Ambiente. https://tinyurl.com/a6r8kjjp Consultado 5/10/2021

 [15] UNGRD. Boletín Informativo No. 135. (22 de septiembre de 2021). Gobierno nacional apoya respuesta y atención en La Mojana desde el día uno. https://tinyurl.com/ad9xvk

[16] Mejía, R. (1 de abril de 2021). A punto de romperse jarillón en “Cara é Gato” en el sur de Bolívar. Página web Mundo Noticias. https://mundonoticias.com.co/a-punto-de-romperse-jarillon-en-cara-e-gato-en-el-sur-de-bolivar/

 [17] UNGRD. Boletín Informativo No. 135. (22 de septiembre de 2021). Gobierno nacional apoya respuesta y atención en La Mojana desde el día uno. https://tinyurl.com/ad9xvk

 [18] Cardona, Bernal et al. (FECHA). Evaluación del riesgo por inundaciones en la región de ´La Mojana´ para formulación del plan de acción para la gestión del riesgo y la adaptación al cambio climático. Evaluación del riesgo por inundaciones en la región de "La Mojana" para la formulación del Plan de Acción para la Gestión del Riesgo y la Adaptación al Cambio Climático

[19] No incluidas en la transcripción que hacemos en este artículo (Salvo la Tabla 8.2)

[20] García, L. (2015). Valoración integral de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en el núcleo de once municipios de la región de La Mojana. Informe para el Fondo de Adaptación. Proyecto Modelación Hidrodinámica De La Mojana – Componente ambiental. // García, L. (2014). Funcionamiento del Sistema Natural y Características de los Ecosistemas del Núcleo de Once Municipios de la Región de La Mojana. Informe para el Fondo de Adaptación. Proyecto Modelación Hidrodinámica de La Mojana – Componente ambiental.

 [21] Montoya, P. (3 de septiembre de 2021). Crisis en la Mojana: ¿puede un dique poner fin al problema? Elespectador.com https://www.elespectador.com/colombia/mas-regiones/crisis-en-la-mojana-puede-un-dique-poner-fin-al-problema/

[22] Defensoría del Pueblo. (16 de enero de 2020). Alerta Temprana No 003-2020.  http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2020/05/AT-N%C2%B0-003-2020-SUC-Guaranda-Majagual-San-Benito-Abad-San-Marcos-y-Sucre.pdf Consultada 5/10/2021

[23] Colombia +20. (25 de octubre de 2020). Masacre en Sucre: cinco personas fueron asesinadas. Masacre en Sucre: cinco personas fueron asesinadas | EL ESPECTADOR

[24] Parada, V. (6 de octubre de 2021). “Al predio Europa (Sucre) se lo van a tomar a sangre y fuego”: líderes sociales. Elespectador.com. Colombia + 20. https://www.elespectador.com/colombia-20/conflicto/al-predio-la-europa-sucre-se-lo-van-a-tomar-a-sangre-y-fuego-lideres-sociales/

[25] AGC: Autodefensas Gaitanistas de Colombia, nombre con que también se conoce al llamado Clan del Golfo.

[26] Vargas Cuervo, G. (7 de septiembre de 2021). ¿Por qué ocurren las inundaciones en el bajo Cauca? Periódico UNAL. ¿Por qué ocurren inundaciones en el bajo Cauca? (unal.edu.co)

    https://co.linkedin.com/in/asprocig

 [34] Botero Barco, A. (@aleboterob). (2 de octubre de 2021). En cabeza del presidente @IvanDuque, expusimos en el PMU de Majagual, Sucre, la solución estructural que trabajamos junto con gobernadores, consejera de @ACRegiones y director del DAPRE. Formularemos dos CONPES: uno de declaratoria de importancia estratégica y otro de política. Twitter. https://twitter.com/aleboterob/status/1444422876661264386?s=20

[35] Departamento Nacional de Planeación. (2 de octubre de 2021). Gobierno Nacional Invertirá $2,5 billones en La Mojana para mitigar afectaciones por inundaciones. https://www.dnp.gov.co/Paginas/Gobierno-nacional-anuncio-construccion-de-dos-CONPES-para-soluci%C3%B3n-estructural-de-La-Mojana.aspx

[36] Cardona, Bernal et al. (FECHA). Evaluación del riesgo por inundaciones en la región de ´La Mojana´ para formulación del plan de acción para la gestión del riesgo y la adaptación al cambio climático. Evaluación del riesgo por inundaciones en la región de "La Mojana" para la formulación del Plan de Acción para la Gestión del Riesgo y la Adaptación al Cambio Climático

[37]Fondo Adaptación. (17 de junio de 2021). Raquel Garavito tomó posesión como Gerente de Fondo Adaptación. https://www.fondoadaptacion.gov.co/index.php/component/content/article/177-prensa/comunicados-de-prensa/comunicados-de-prensa-2021/1079-comunicado-024-21.html?Itemid=101

 [38]Fondo Adaptación. (28 de septiembre de 2021). “Plan de Choque” para agilizar entrega de obras: anuncia Gerente del Fondo Adaptación. https://www.fondoadaptacion.gov.co/index.php/component/content/article/177-prensa/comunicados-de-prensa/comunicados-de-prensa-2021/1110-comunicado-054-21.html?Itemid=101

 [39] OPICOL - Nacional. (7 de marzo de 2022). Nueva emergencia en La Mojana, gobierno anuncia medidas. https://www.opicol.com/2022/03/07/nueva-emergencia-en-la-mojana-gobierno-anuncia-medidas/