VENTAJAS COMPARATIVAS DE COLOMBIA PARA COEVOLUCIONAR CON EL CAMBIO CLIMÁTICO
Es absolutamente prioritario que las decisiones públicas, comunitarias y del sector privado, se tomen teniendo en cuenta el propósito expreso de no deteriorar las condiciones de las cuales ha dependido, depende y seguirá dependiendo que el territorio colombiano pueda coevolucionar con el cambio climático. Muchas de esas condiciones ya están en franco proceso de deterioro como consecuencia de decisiones equivocadas... o de falta de decisión
¿El tercer país más vulnerable del mundo al cambio climático?
Con alguna frecuencia
oímos repetir que Colombia es el tercer país del mundo más vulnerable al cambio
climático. Averiguando el origen de esa afirmación que casi (o sin el casi) ha llegado a convertirse en una posición
oficial expuesta en distintos escenarios nacionales e internacionales, me dicen
que posiblemente surge de una organización internacional que evaluó la intensidad
de los daños generados en el país por la temporada invernal 2010-2011. Con esos
mismos parámetros, y con base en los 20 a 25 mil muertos que causó la
destrucción de Armero en 1985, podríamos decir entonces que Colombia es uno de
los países del mundo más vulnerables a las erupciones volcánicas. Y eso, por
supuesto, no es así.
Otro posible origen de la afirmación lo aporta el documento CONPES 3700, mediante el cual se establece oficialmente la ESTRATEGIA INSTITUCIONAL PARA LA ARTICULACIÓN DE POLÍTICAS Y ACCIONES EN MATERIA DE CAMBIO CLIMÁTICO EN COLOMBIA, que a la letra dice: “Al día de hoy la definición de los países más vulnerables, como condición para la priorización en la asignación de recursos para adaptación, fue replanteada, gracias a la gestión nacional, que permitió reabrir la discusión frente a la creciente vulnerabilidad de países como Colombia, que a pesar de no pertenecer a grupos como el de países menos desarrollados y los Pequeños Estados Insulares, enfrenta enormes afectaciones por eventos extremos como los vividos durante el año 2010”.
Cualquiera que sea la razón en que se sustente, estoy totalmente en desacuerdo con esa afirmación.
Otro posible origen de la afirmación lo aporta el documento CONPES 3700, mediante el cual se establece oficialmente la ESTRATEGIA INSTITUCIONAL PARA LA ARTICULACIÓN DE POLÍTICAS Y ACCIONES EN MATERIA DE CAMBIO CLIMÁTICO EN COLOMBIA, que a la letra dice: “Al día de hoy la definición de los países más vulnerables, como condición para la priorización en la asignación de recursos para adaptación, fue replanteada, gracias a la gestión nacional, que permitió reabrir la discusión frente a la creciente vulnerabilidad de países como Colombia, que a pesar de no pertenecer a grupos como el de países menos desarrollados y los Pequeños Estados Insulares, enfrenta enormes afectaciones por eventos extremos como los vividos durante el año 2010”.
Cualquiera que sea la razón en que se sustente, estoy totalmente en desacuerdo con esa afirmación.
Ventajas de Colombia frente al desafío de coevolucionar con el cambio climático.
En el mundo existen hoy
cerca de 200 países, muchos de los cuales, sin duda alguna, envidiarían las
ventajas comparativas con que cuenta Colombia para adaptarse al cambio
climático. O mejor dicho: para coevolucionar con el cambio climático.
El concepto de coevolucionar con me parece mucho
más preciso que el de adaptarse a.
La coevolución implica transformación activa en respuesta a transformaciones
del ambiente, muchas de las cuales, como en el caso del cambio climático, son
provocadas por el impacto de la Vida misma sobre el planeta. En este caso, por
el impacto de la manera como la especie humana viene entendiendo y llevando a
cabo el desarrollo, en especial en el último siglo. La palabra “adaptación”, en
cambio, tiene el problema de que se parece mucho a resignación pasiva: no
denota expresamente el carácter dinámico y activo que tiene la coevolución.
Que Colombia tenga ventajas comparativas para coevolucionar no quiere decir que no seamos vulnerables al cambio climático. Lo somos, claro, y no solamente frente al cambio climático, sino también frente a la variabilidad climática. Esta última, como se sabe, es la condición natural del clima y del tiempo atmosférico, de estar variando de manera permanente. El nombre de cambio climático se ha adoptado convencionalmente para referirse al impacto de la actividad humana sobre la variabilidad climática.
Somos vulnerables a la variabilidad climática, como quedó demostrado en la temporada invernal 2010-2011, agudizada por los efectos del fenómeno de La Niña en el territorio nacional, y como lo han demostrado centenares de desastres de origen hidro-meteorológico generados por exceso o por defecto de lluvias, que han ocurrido a lo largo de la historia del país, y que siguen ocurriendo hoy en día. Los efectos de La Niña en 2010-2011 pueden o pueden-no haber estado ligados al cambio climático. Lo cierto es que todo lo que sucedió en esos meses (como por ejemplo las inundaciones causadas por la ruptura del Canal del Dique o los deslizamientos en La Línea) ya había sucedido muchas veces antes, en los mismos lugares. Posiblemente lo excepcional es que en ese momento sucedió de manera simultánea; antes era más repartido.
En fin: esto para que quede claro que sí somos vulnerables a los efectos de dinámicas hidro-meteorológicos y a otras dinámicas tanto de origen natural (terremotos, erupciones volcánicas, etc.), como a múltiples dinámicas de origen antrópico.
DONDE PONEN LAS GARZAS - BAJO SINÚ
Por nuestra condición de
seres vivos –y el territorio es un ser vivo- somos vulnerables a las dinámicas
del entorno, de la misma manera que un barco es vulnerable a las dinámicas del
océano donde navega o debe navegar. El hecho de que el barco haya sido diseñado
y construido para desempeñarse en el agua (lo cual lo hace menos vulnerable a
las dinámicas del agua y del viento que un aparato que no posea esa condición),
no quiere decir que no se pueda hundir. Siempre pueden presentarse, por
ejemplo, una tormenta y un oleaje de tal magnitud, que superen su rango de adaptación.Lo que aquí quiero resaltar, en primer lugar, es que pese a ser vulnerables al cambio climático, estamos muy lejos de ser el tercer país del mundo más vulnerable a ese proceso global, entre otras razones porque, como ya se dijo arriba, el territorio colombiano posee muchas ventajas para coevolucionar positivamente frente a esas y otras dinámicas.
Y, en segundo lugar, espero
que quede claro que la tripulación y los pasajeros podemos incrementar la
vulnerabilidad del barco y neutralizar sus ventajas comparativas para resistir
a las tormentas y para no encallar en los bajos,
si en lugar de darle el mantenimiento adecuado nos dedicamos a abrirle huecos
al casco y a deteriorar su estructura por descuido o de manera intencional.
Voy a enumerar a continuación 18 ventajas comparativas por las cuales considero que Colombia está en condiciones privilegiadas para coevolucionar con el cambio climático. No lo hago por razones de promoción turística ni, como ya dije, para negar que seamos un país vulnerable, sino para llamar la atención sobre el hecho de que es absolutamente prioritario que las decisiones públicas, comunitarias y del sector privado, se tomen teniendo en cuenta el propósito expreso de no deteriorar las condiciones de las cuales han dependido, dependen y seguirán dependiendo esas ventajas. O, en otras palabras, para evitar que sigamos abriéndole agujeros al casco, lo cual determinaría que el barco se hundiera con o sin cambio climático. Más aún: el cambio climático constituye una oportunidad para hacerle al desarrollo las correcciones que de todas maneras hay necesidad de hacerle, así no hubiera habido cambio climático.
1.
Posición geográfica de Colombia en el
planeta
Paradójicamente oí
argumentar hace poco que esa era la principal vulnerabilidad del país frente al
cambio climático. Se dice, por ejemplo, que el hecho de que nos encontremos en
la llamada “Zona de Confluencia Intertropical” nos hace especialmente
vulnerables, sin tener en cuenta que la gran biodiversidad de los ecosistemas
colombianos es la principal respuesta de la Vida a las múltiples dinámicas de
carácter tectónico que a lo largo de por lo menos 150 millones de años nos han
traído hasta la posición geográfica donde hoy estamos, así como el resultado de
las dinámicas hidro-meteorológicas surgidas de esa misma posición en la Tierra
y con las cuales la Vida ha debido coevolucionar.
URABÁ
La enorme riqueza de
especies de dos de las regiones más biodiversas no solamente de Colombia sino
del mundo, el Chocó Biogeográfico y el Urabá-Darién (que posee parte de su
territorio en la primera), es el resultado de la unión de Mesoamérica con
Suramérica a través de Centroamérica, unión que se consolidó con la aparición
del istmo de Panamá –de acuerdo con estudios recientes- hace aproximadamente 23 millones de años;
y de la subducción o hundimiento de la Placa de Nazca bajo la Placa
Suramericana, proceso en plena vigencia que ha generado el afloramiento de las
cordilleras Occidental y Central de Colombia y que es la principal causa del
vulcanismo en la Cordillera Central.
2. Tamaño
del territorio colombiano
Una segunda ventaja
comparativa, ligada a la anterior, es el tamaño
del territorio colombiano: 1’141.748 Km2 de superficie terrestre
y 928.660 Km2 de área marítima, para un total de 2’070.408
Km2 [No tengo claro si esa cifra incluye o no las consecuencias del Fallo de La Haya].
Esa gran extensión tanto del territorio continental como del marítimo, permite que no todo el territorio del país se encuentre sometido al mismo tiempo a un mismo tipo de fenómeno hidro—meteorológico extremo (en lo cual también cumplen un papel las dinámicas propias de la Zona de Convergencia Intertropical). En otras palabras, no todo el territorio nacional ha sido ni será afectado simultáneamente por inundaciones ni por sequías, sino que mientras algunas partes pueden encontrarse en condiciones “normales”, otras pueden verse afectadas por condiciones extremas en una o en otra dirección. Una adecuada planificación del territorio a partir de consideraciones climáticas, permitirá garantizar intercambios de recursos y servicios ambientales entre unas regiones y otras, reduciendo así la vulnerabilidad ante las dinámicas hidro-meteorológicas, de las cuales la incertidumbre es una propiedad esencial. [Ver, por ejemplo, el pronóstico del Canal Clima para el 10-12 de Enero]
Esta ventaja válida para todo el territorio nacional, se repite fractalmente en otras escalas.
Tres ejemplos:
-
Los
escenarios de cambio climático elaborados por el PRICC (Plan Regional Integral
de Cambio Climático) para la región Bogotá-Cundinamarca, indican que no todas
las regiones del departamento de Cundinamarca van a ser afectadas de la misma
manera por ese proceso de carácter global: mientras en unas se prevé que
disminuyan las precipitaciones, en otras se pueden incrementar.
MESETA DE POPAYÁN
-
El
otro ejemplo lo he vivido personalmente en la región andina del departamento
del Cauca, en la cual, en temporadas de fuerte sequía en la Meseta de Popayán,
el río Cauca y sus afluentes bajan con abundante caudal debido a fuertes y
permanentes lluvias en las partes altas de la Cordillera Central y a la
capacidad de los páramos para retener agua y distribuirla al resto del territorio.
RÍO CAUCA A SU PASO POR POPAYÁN EN UN FUERTE VERANO
-
Un
ejemplo similar al anterior se registra cuando gran parte de la región andina
se ve afectada por sequía, más no la Sabana de Bogotá (y más precisamente la
llamada “Región Hídrica del río Bogotá”), que en gran medida depende de las
aguas que provienen de la Orinoquia, ya sea de manera natural, a través de las
nubes, o ya a través del Sistema Chingaza, que se nutre en su mayoría de aguas
trasvasadas desde el río Guatiquía.
Por otra parte, el 44% de los habitantes de la Tierra viven a una distancia máxima de 150 kilómetros de las costas. Un territorio con montañas costeras es menos vulnerable al incremento del nivel del mar que uno que no posea esa ventaja.
Por otra parte, el 44% de los habitantes de la Tierra viven a una distancia máxima de 150 kilómetros de las costas. Un territorio con montañas costeras es menos vulnerable al incremento del nivel del mar que uno que no posea esa ventaja.
3. Diversidad
de ecosistemas existentes en las distintas regiones colombianas
Una tercera ventaja
comparativa, así mismo ligada a las dos anteriores y a las siguientes, es la gran diversidad de ecosistemas existentes
en las distintas regiones colombianas, incluidos los ecosistemas continentales,
los oceánicos y los marino-costeros que conforman la franja de interacción directa entre los dos
anteriores. Esa diversidad de ecosistemas, como ya dijimos, es la respuesta
coevolutiva de la Vida a las dinámicas
tectónicas e hidro-climáticas que formaron y siguen transformando las
cordilleras y los valles andinos, la región Caribe, la Orinoquía y la Amazonía.
Pero además, es el resultado de la interacción entre las comunidades y los
territorios colombianos de los cuales cada cultura forma parte.
PÁRAMO DE SUMAPAZ
Colombia, al igual que
todo el continente suramericano visto en su conjunto, es andina, amazónica,
caribe, atlántica y pacífica, en la medida en que cada región está ligada –más
estrechamente de lo que se suele pensar- a todas las demás regiones, tanto en
su proceso de conformación como en sus dinámicas actuales. Resulta imposible
concebir cualquiera de esas regiones separadamente de las demás.
Cada ecosistema es
resultado y compendio dinámico de biodiversidad (incluyendo a las culturas como
expresiones de biodiversidad) y por tanto los ecosistemas constituyen bancos de recursos y servicios ambientales
que son a su vez ventajas adaptativas frente a la variabilidad y frente al
cambio climático.
SELVA AMAZÓNICA
La Vida inventó el sexo hace aproximadamente mil
millones de años, precisamente no como estrategia de reproducción sino como
estrategia de diversificación, porque es a través de la diversidad como la Vida
puede responder flexiblemente a los desafíos ambientales. No en vano Miguel
Ángel Asturias se refiere bella y acertadamente al Trópico como “el sexo de la
Tierra”.
BOSQUE DE NIEBLA
Existen estudios que
confirman que las selvas tropicales (al igual que los demás ecosistemas marinos
y terrestres) ofrecen servicios claves para la mitigación, es decir, para la
reducción y almacenamiento eficaz de gas carbónico que, como se sabe, es uno de
los principales gases de efecto invernadero. Algunos de esos estudios indican
que a medida que se incrementan las emisiones humanas de CO2, aumenta la eficiencia de las selvas para
“capturarlo” y retirarlo de la atmósfera, aunque no existe unanimidad todavía sobre el alcance real de esa conclusión.
RUMIYACO - MOCOA, PUTUMAYO
Una cuarta ventaja coevolutiva
que posee el territorio colombiano es la diversidad
de fuentes hídricas que posee, tanto a nivel superficial como subterráneo. Y
eso sin incluir en la lista de fuentes, a las dinámicas que surgen de la Zona
de Confluencia Intertropical. Estas claramente nutren a las fuentes convencionales “en tierra”, pero las “fuentes
atmosféricas” bien podrían considerarse en sí mismas como una fuente más. El
agua no es un recurso estático ni se podría entender por fuera del ciclo hidrológico
en que se materializa este actor de importancia vital y decisoria tanto
a nivel planetario como en cada territorio local. La NASA está próxima a
iniciar un estudio sobre la influencia que ejerce sobre el clima la humedad almacenada en los suelos, la cual se puede considerar también otra fuente de
agua.
5. Capacidad
de almacenamiento de agua en distintas escalas
EMBALSE DE SAN RAFAEL
Esa capacidad de
almacenamiento se manifiesta en diferentes formas y en distintas escalas, que
van desde la función de acumulación y retención de agua que cumplen los suelos
en los ecosistemas que conservan su integridad y su biodiversidad, hasta la
existencia de reservorios de distintos tamaño (desde jagüeyes hasta grandes
embalses). No desconocemos todos los traumatismos y conflictos que genera en un
territorio la construcción de un embalse de gran magnitud, pero la mayor parte
de esos traumatismos y conflictos surgen de la manera como se llevan a cabo el
proceso de construcción y de gestión de la obra de infraestructura, más que del
aprovechamiento de las características para almacenar agua que ofrece un
territorio particular. En otras palabras, un proceso real de concertación con
todos los actores del territorio (incluida el agua misma) podría reducir
efectivamente los factores generadores de conflicto y lograr que la existencia
del embalse se convirtiera en una ventaja y no en una amenaza para la calidad
de vida y la autonomía territorial.
6. Biodiversidad
de suelos existentes en el territorio nacional.
El suelo es un ser vivo y
por tanto complejo y dinámico, y no solamente un “piso” o sustrato físico
encima y debajo del cual se llevan a cabo los procesos vitales. Desde ese punto
de vista, el suelo como ser vivo debe considerarse también un actor activo del territorio y no
solamente un objeto pasivo sobre el cual lo seres humanos pueden tomar
decisiones sin tener en cuenta sus particularidades, sus dinámicas, sus
intereses y sus necesidades. De allí que resulte contraproducente, por ejemplo,
basar decisiones sobre suelos de sabanas inundables, con los mismos criterios
con que se toman decisiones sobre los suelos de las montañas andinas.
La biodiversidad de suelos con que cuenta Colombia amplía las posibilidades del territorio para coevolucionar con el cambio climático pues, al igual que sucede con otros seres vivos, los suelos poseen capacidad de resiliencia y de auto-organización. En alianza con el agua y con los demás componentes de la biosfera, y a través de un adecuado manejo cultural, los suelos colombianos pueden aprender a convivir con las nuevas condiciones climáticas.
7. Diversidad
étnica y cultural del territorio colombiano
Cada cultura étnica que
hoy sobrevive es una prueba fehaciente del éxito de múltiples estrategias adaptativas,
que no solamente le han permitido enfrentar con éxito los desafíos ecológicos,
sino también, y muy especialmente, los que han surgido de los procesos
históricos que han tenido lugar en los más de 500 años transcurridos desde el
llamado “Descubrimiento del Nuevo Mundo” por parte de culturas surgidas en
otros ecosistemas y de otros procesos. Es bien sabido que todas las culturas
vivas, aún las más “tradicionales” (cualquier cosa que ello quiera decir) se
transforman de manera permanente como estrategia de coevolución. Lo más
importante para los efectos que nos interesan, no son las manifestaciones
exteriores de las culturas, sino los hilos conductores que les han permitido
coevolucionar sin perder su identidad.
8. Características
demográficas de la población colombiana.
De acuerdo con Edgar Sardi Perea, analista del DANE, a pesar de que la
población colombiana ha evidenciado un proceso de “envejecimiento” entre los
censos de 1993 y 2005 como “resultado de
transformaciones sociales, económicas y culturales que están muy de la mano con
especificidades regionales”, la población colombiana sigue siendo “joven”.
Dice
textualmente el DANE que “en los datos contenidos en el gráfico anterior se
puede observar la reducción de la población de niños, así como el incremento en
los demás grupos de edades, coherente con el descenso de los niveles de la
fecundidad y la reducción de la mortalidad generando un aumento del peso de las
edades adultas. Estos cambios de estructura determinan que la edad mediana de
la población pase de 22,37 años en 1993 a 25,9 años en el 2005, lo cual muestra
que a pesar de las transformaciones que se han presentado, Colombia es una
población joven.”
“Europa
envejece a ritmo creciente y en el año 2020 la edad media de sus habitantes se
situará en casi 45 años, siete más que en 1990 […] España, con una edad media
de 36,5 años en 1990, seis décimas por debajo de la media europea (37,9), se
quedará en el 2020 a sólo una décima, 44,5, de la media de edad prevista para
entonces, que será de 44,6. Las poblaciones más envejecidas de Europa serán
entonces las de Alemania e Italia, en las que la edad media de sus habitantes
habrá subido de 39,3 en 1990 a 46,9 en el 2020, y de 38,5 a 46,6 años,
respectivamente. En cambio, Irlanda y Francia figurarán como las poblaciones
más jóvenes, con edades medias de 38 y 42,5 años, respectivamente. En la Unión
Europea, el número de jóvenes menores de 30 años decrecerá de los actuales 143
millones a sólo 100 millones, mientras que, por el contrario, la cifra de los
mayores de 65 años subirá de 50 a 73 millones. En opinión de los expertos, la inmigración puede suavizar ese proceso de envejecimiento, pero no lo detendrá.”
Volviendo
a los análisis realizados por el DANE sobre Colombia, afirma el autor que
“Si tenemos en cuenta
la evolución en el último periodo intercensal de la población [colombiana] de
60 años y más, se observa que este grupo pasa de representar un 6,9 por ciento
en el año 1993 a 8,9 por ciento en el 2005, con lo cual se puede afirmar que
Colombia se encuentra en un proceso de envejecimiento que se puede categorizar
como moderado avanzado.
Otro indicador de gran
relevancia para ser tenido en cuenta en los procesos de planificación y
definición de políticas públicas (especialmente
en educación, salud y empleo) es el Índice de Dependencia
Demográfico, el cual continúa reduciéndose. Lo anterior indica que Colombia
está dentro del llamado Bono Demográfico o Ventana de Oportunidades, situación
que es favorable al desarrollo social teniendo en cuenta que se tiene una gran
ventaja para generar inversiones productivas o inversión social de largo plazo
en la lucha contra la pobreza, el mejoramiento de la calidad en la educación y
la reforma de la salud, facilitando anticipar inversiones frente al aumento de
la población adulta mayor, que de no hacerse desde ahora implicarían mayores
costos realizarlas después. Es necesario llamar la atención que en el momento
en que este índice cambie su tendencia decreciente marcará el final del Bono
Demográfico, como consecuencia del aumento en el peso de la población adulta
mayor.”
Desde el punto de vista que nos interesa, es importante que la mayoría de la población colombiana siga siendo “joven” y con niveles de dependencia menores, puesto que esto favorece las condiciones en que son posibles la coevolución y la innovación en todos los campos. Una población joven tiene mejores posibilidades para transformarse creativa y flexiblemente como respuesta a los desafíos ambientales (lo cual incluye la capacidad para aprender nuevos y más adecuados comportamientos ambientales), que una población mayoritariamente “vieja”.
Desde el punto de vista que nos interesa, es importante que la mayoría de la población colombiana siga siendo “joven” y con niveles de dependencia menores, puesto que esto favorece las condiciones en que son posibles la coevolución y la innovación en todos los campos. Una población joven tiene mejores posibilidades para transformarse creativa y flexiblemente como respuesta a los desafíos ambientales (lo cual incluye la capacidad para aprender nuevos y más adecuados comportamientos ambientales), que una población mayoritariamente “vieja”.
Otra característica de la
población colombiana que para efectos de coevolución frente al cambio climático
se puede considerar una ventaja comparativa (aunque para los enfoques urbanocéntricos
tradicionales constituye un factor de atraso y una vulnerabilidad) es que un 31%
del total de la población colombiana (entre 7 y 10 millones de personas según
César Caballero, Director de “Cifras y Conceptos” todavía es rural.
El Informe de Desarrollo
Humano 2011 del PNUD para Colombia, titulado “Colombia Rural – Razones para la
Esperanza”, presenta un completo análisis de las condiciones actuales y de las
potencialidades de la Colombia campesina, en un país cuyo territorio todavía es
predominantemente rural (94.4%) y cuya población se concentra mayoritariamente
en los cascos urbanos (68.4% de la población total).
La adaptación al cambio
climático, la coevolución necesaria de la sociedad humana para enfrentar los desafíos
de un planeta cambiante, requiere entre otros requisitos que se transformen las
relaciones entre la ciudad y el campo, que hoy son predominantemente de parasitismo (en contra del campo), por
unas relaciones de simbiosis, que
incluyan y ejerciten los valores de solidaridad, equidad, reciprocidad y
hospitalidad con los propios habitantes del territorio. La sostenibilidad –o la
resiliencia- de esos cascos urbanos que albergan a casi el 70% de la población
colombiana, depende fundamentalmente de que ese nuevo tipo de relaciones con el
campo se puedan establecer. Ver: "¿Ciudades sostenibles?"
El campo, por supuesto,
ES en gran medida la población campesina que forma parte del territorio rural.
Que entre 7 y 10 millones de colombianos y colombianas todavía conformen esa
población, se puede convertir en una de las principales ventajas comparativas
del país frente al cambio climático.
9. Estado
de Derecho
Con todos los defectos
que pueda tener la democracia colombiana, es indudable que en el país existe un
Estado de Derecho que incluye una Constitución Política que consagra, entre
otras muchas cosas, los derechos fundamentales y los derechos ambientales de quienes
forman parte del territorio nacional, así como una serie de instancias y de mecanismos
legales e institucionales diseñados para que esos derechos sean efectivos y
para que quien considere que le están siendo violados pueda reclamar la
intervención del Estado con el fin de que sean restablecidos. Existen el
derecho al debido proceso, a la participación, a la organización, a la libertad
de expresión y a la protesta social y, en general, una serie de garantías que
permiten, al menos teóricamente, que la comunidad les exija a quienes toman las
decisiones del desarrollo, que estas se llevan a cabo teniendo en cuenta los
intereses colectivos. Para el tema que nos ocupa, el interés colectivo es que
se protejan y fortalezcan las condiciones que hacen posible la coevolución de
los territorios colombianos con el cambio climático.
Con la Constitución
Política en la mano es perfectamente posible demostrar que sin adaptación
efectiva al cambio climático y sin una adecuada gestión del riesgo de desastre,
los derechos fundamentales –comenzando por el Derecho a la Vida- son imposibles
de ejercer.
10. Institucionalidad
Una dimensión y una
expresión importante del Estado de Derecho es la institucionalidad.
Colombia cuenta con un
Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres que nace originalmente tras
el desastre de Armero en 1995 y que se actualiza y fortalece mediante Ley 1523
de 2012; y con un Sistema Nacional Ambiental que nace con la Ley 99 de 1993, la
cual desarrolla los principios ambientales que quedaron consagrados en la
Constitución Política de 1991.
Existe también –o se
prevé que exista- un Sistema Nacional de Cambio Climático (SISCLIMA o SNCC),
que no entro a comentar aquí porque no he logrado entender qué funciones cumple
o deberá cumplir, distintas a las que ya cumplen los otros dos sistemas
mencionados.
Lo cierto es que tanto el
Sistema Nacional de Gestión de Desastres como el Sistema Nacional Ambiental han
venido acumulando experiencia institucional, información sobre las dinámicas
territoriales y saberes sobre la manera adecuada –y no adecuada- de llevar a
cabo en la práctica la gestión territorial.
Pertenecen a ambos
sistemas los institutos de investigación del Estado (El Ideam, el Humboldt, el
Servicio Geológico Nacional, los Institutos de Investigación Oceanográfica, el
SINCHI y otros), así como las Corporaciones Autónomas Regionales CARs, y un
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible sin mucho poder real de decisión
frente a otros ministerios e instancias estatales y privadas, debilitado además
por la pérdida de la función de expedir licencias ambientales, hoy puesta en
manos de la ANLA (Agencia Nacional de Licencias Ambientales).
El problema que comparten
la gestión ambiental y la gestión del riesgo es que cuando tienen éxito no se
notan: solamente generan noticia cuando fallan y se produce un desastre. Muchas
veces han existido condiciones en el país en las cuales hubiera podido generarse
un desastre, y si no lo hubo no fue por buena
suerte solamente, sino porque previamente ha existido una adecuada gestión
territorial.
Se suele afirmar, no sin razón, que varias Corporaciones Autónomas Regionales se encuentran “secuestradas” por intereses politiqueros y de otra índole que impiden que ejecuten una verdadera gestión ambiental, motivo por el cual deben ser reformadas. Pero cualquier reforma debe apuntar a liberarlas del secuestro y no a matar al secuestrado.
11. Capacidad
de “rebusque” de las comunidades
urbanas y rurales
La necesidad de sobrevivir a pesar de
las condiciones adversas que existen en el campo y en las ciudades, ha obligado
a las comunidades (y particularmente a algunos actores y sectores dentro de ellas) a desarrollar estrategias de
resiliencia a través de las cuales
logran superar los obstáculos que se oponen al desarrollo “normal” de la vida
cotidiana. Cuando la condición “normal” de la existencia es la crisis, la
resiliencia se convierte en una manera de ser de las comunidades o de los
individuos expuestos a ella.
De manera parcialmente intuitiva, mucha
gente logra, contra toda evidencia racional, superar las adversidades, evitar
desastres que parecerían inevitables o recuperarse de los efectos de aquellos
que no se hayan logrado evitar. Es “la berraquera de la Vida” en plena acción.
Ese ejercicio de adaptación –o de coevolución permanente - en respuesta a los desafíos del territorio del cual se forma parte, han generado en algunas comunidades colombianas unas capacidades que seguramente no existen en otras que encuentran en la estructura económica, política y social de país –en el llamado “Sistema”- la satisfacción a sus necesidades cotidianas.
La capacidad de “rebusque” de las comunidades forma parte del patrimonio adaptativo-coevolutivo de los territorios colombianos.
Es característico de las comunidades
rurales andinas la llamada “apropiación vertical del territorio”, en virtud de
la cual una misma comunidad, y a veces una misma familia, desarrolla su vida, y
como parte de ella sus actividades productivas, en distintos pisos térmicos,
cada uno de los cuales genera productos complementarios entre sí que
constituyen la base del sustento familiar. Y cuando no es una misma familia o
comunidad, existe el mecanismo del trueque entre comunidades que habitan
distintos pisos térmicos, que cumple la misma función.
Con esa misma lógica, la migración de familias campesinas e indígenas a los cascos urbanos, ha convertido a las ciudades en un nuevo piso térmico, desde el cual las familias “urbanizadas” apoyan a las familias que permanecen en el campo, y viceversa.
Esa lógica se convierte en otra ventaja
coevolutiva frente al cambio climático, para lo cual es necesario avanzar hacia
la construcción de interacciones de
equidad, solidaridad y reciprocidad entre la Colombia urbana y la Colombia
rural.
El 70% de la canasta
básica familiar de la cual nos alimentamos los 8 millones de habitantes de
Bogotá, es producido dentro de un territorio con un radio no mayor a 300
kilómetros alrededor de la ciudad. Podría parecer muy grande la longitud de ese
radio, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta, además del número de
habitantes, que el casco urbano de Bogotá sobrepasa las 40.000 hectáreas (400
kms2) de extensión. Otras ciudades de Colombia (no todas) poseen esa
misma ventaja comparativa. El fortalecimiento de la autonomía y la soberanía
alimentaria por lo menos frente a la canasta básica familiar de cada región,
debería convertirse en una política pública, no solamente como estrategia de
adaptación al cambio climático sino como mecanismo de resiliencia colectiva
frente a distintas amenazas de carácter regional, nacional y global.
MERCADO RURAL - SUBACHOQUE, CUNDINAMARCA
Entre otros muchos
procesos, los liderados por el ECOFONDO que se concretaron en la “Campaña
SALSA” (Soberanía, Autonomía y Seguridad Alimentaria), han demostrado que en
Colombia existe una base teórica y práctica suficiente para adoptar en el país
una policía pública basada en el apoyo al productor campesino, que no dependa
de agroquímicos y que genere de manera sinérgica beneficios nutricionales,
ecológicos, organizativos y culturales.
14. Portafolio
amplio de alternativas actuales y potenciales para generación de energía
A raíz de la fuerte
sequía agravada por el fenómeno de El Niño que afectó al país en 1992-1993,
Colombia amplió su portafolio energético para fortalecer otras fuentes (en
concreto las termoeléctricas) , con lo cual se ha convertido en un país menos
vulnerable, desde ese punto de vista, a los extremos climáticos. La alta
probabilidad de la llegada de un El Niño fuerte a principios de 2015 (cuyas
primeras manifestaciones parecen materializarse mientras esto se escribe) va a
constituir una evaluación de éxito de esa estrategia.
Colombia posee una gran
cantidad de fuentes energéticas que no ha aprovechado todavía.
A nivel mundial solamente
el 3% de la energía que se produce y consume es generado a partir de fuentes hídricas,
pero en Colombia la generación hidroeléctrica representa alrededor del 64%. Esta es una ventaja
grande en comparación con la generación termoeléctrica (basada en combustibles
fósiles y en energía nuclear), aunque por supuesto también produce, como
cualquier otra fuente, impacto ambiental e impacto social.
GUAVIO
Tal y como se mencionó al
comentar la que aquí llamamos Capacidad
de almacenamiento de agua en distintas escalas (ventaja coevolutiva número
5), la construcción de embalses para generación eléctrica produce traumatismos
ecológicos y sociales directamente proporcionales a la dimensión de los mismos.
Sin embargo no es imposible adelantar procesos eficaces de concertación con
todos los actores del territorio (incluida el agua misma), mediante los cuales
se podrían reducir y manejar adecuadamente los factores generadores de
conflicto y lograr que la existencia del embalse se convirtiera en una ventaja
y no en una amenaza para la calidad de vida y la autonomía territorial. Hablamos, por ejemplo, de
embalses de propósito múltiple que fortalezcan desde todo punto de vista a las
comunidades vecinas y que reduzcan su vulnerabilidad frente a los extremos
climáticos (y no como –lamentablemente hay ejemplos en Colombia- que las hagan
más vulnerables a las sequías en temporadas secas y más vulnerables a las
inundaciones en temporadas de lluvia).
Otras fuentes potenciales en Colombia incluyen la energía solar directa, la energía eólica, la generación eléctrica a partir de las mareas, la energía geotérmica (para la cual contamos con varios volcanes activos y fuentes termales). Y claro, la energía nuclear, en la cual ojalá no se embarque Colombia mientras países con mucha más trayectoria en la material no hayan resuelto maneras eficaces de gestionar los grandes riesgos ligados a ella.
Toda forma de energía genera impactos ambientales y sociales, pero podemos aprender a manejarlos de manera adecuada para evitar conflictos como el que en este preciso momento se presenta alrededor del proyecto de El Quimbo.
15. Conocimiento
académico y conocimiento tradicional
En Colombia existe una
enorme cantidad de conocimiento acumulado sobre el territorio nacional, tanto
en instituciones públicas (particularmente las CARs), institutos de
investigación, universidades, agencias internacionales y sector privado, como
en organizaciones no gubernamentales y en comunidades de base -especial pero no
exclusivamente- en las rurales. Lamentablemente muchas veces ese conocimiento
no se aprovecha en el momento de tomar las decisiones del desarrollo, sino que
estas se toman teniendo en cuenta especialmente unos determinados intereses
económicos y unas concepciones equivocadas sobre ciertos territorios (por
ejemplo cuando se considera que los humedales o los manglares constituyen
terrenos “malsanos” que deben ser “civilizados”), o que las sabanas inundables
de la Orinoquia son “sabanas mal drenadas” cuyas dinámicas deben ser
corregidas.
La necesidad de
coevolución con el cambio climático puede convertirse en una oportunidad para
aprovechar al máximo no solamente el conocimiento acumulado, sino la capacidad
para generar nuevos aprendizajes a través de verdaderos diálogos de saberes,
cuyo pre-requisito son los diálogos de ignorancias. Es decir: el reconocimiento
de que ninguna de las formas de conocimiento, ni el académico ni el comunitario,
poseen toda la verdad y de que ambos necesitan complementarse con el otro para
contribuir a la construcción de una visión integral y compartida de la
realidad.
16. Experiencias
exitosas de Gestión ambiental, Gestión del riesgo, Adaptación y Responsabilidad
Empresarial
A todo lo largo y ancho del territorio
nacional, desde la Guajira hasta el Amazonas y desde la Costa Pacífica hasta
los Llanos Orientales, existen experiencias concretas, muchas de ellas
sistematizadas, que demuestran cómo se lleva a cabo en la práctica eso que se
llama “gestión del desarrollo sostenible”, gestión participativa del riesgo”,
“adaptación” y otras múltiples estrategias apropiadas de gestión territorial y
social, así como experiencias protagonizadas por empresas del sector privado
que muestran cómo se materializa, en procesos concretos con el ambiente y con
las comunidades, la llamada “responsabilidad social empresarial”.
PROYECTO CHECUA - SAN JUAN DE RIOSECO, CUNDINAMARCA
Entre esas experiencias hay unas
lideradas por comunidades de base, urbanas y rurales; otras adelantadas en
conjunto entre comunidades, instituciones públicas y/o instituciones
educativas; otras muchas en las cuales participan o han participado agencias de
cooperación internacional, conjuntamente con actores nacionales. Otras, como se
indicó arriba, son llevadas a cabo por empresas del sector privado, también
aliadas muchas veces con actores estatales y comunitarios.
No todas, pero sí muchas de esas experiencias, han sido evaluadas, validadas y sistematizadas, y han demostrado cómo se puede enfocar y ejecutar a cabo el desarrollo de una manera diferente a como se ha venido llevando a cabo, hasta producir la crisis compleja en que se encuentra embarcada la humanidad.
En esas experiencias, que cada vez son menos “casos aislados” , existen los ingredientes necesarios para adoptar políticas públicas que no solamente respondan a las particularidades de las diversas regiones colombianas, sino que, al tener sus raíces en el territorio mismo, van a poder ser aplicadas con mucho más éxito, legitimidad, responsabilidad y apropiación por parte de los actores locales.
Lamentablemente existen también muchas políticas públicas expedidas desde el nivel nacional, que no solamente no aprovechan las lecciones generadas por estas experiencias locales, sino que claramente van en contra de los aprendizajes adquiridos y de los procesos organizativos que permitieron obtener esos resultados.
17. Potencial
para reconversión tecnológica por sectores
Existe también en el país un enorme
potencial para la reconversión tecnológica en los sectores productivos, como lo
han demostrado las experiencias exitosas del sector empresarial a las que
hacíamos mención en el punto anterior.
Ese potencial para la reconversión va a resultar mucho más efectivo si no se lleva a cabo de manera aislada, sino como un engranaje capaz de articularse con todas las demás ventajas comparativas enunciadas en estas páginas y con las otras muchas que con toda seguridad nos ha faltado mencionar.
18. Los principales ríos de las regiones Andina, Caribe y Pacífica, y muchos de la Orinoquía y la Amazonia, nacen y desembocan en territorio colombiano
Conociendo las dificultades existentes para lograr una gobernanza efectiva de ríos como el Magdalena, el Cauca y el Sinú, y lagunas como Fúquene o Tota, imagínen las complicaciones y conflictos que existirían si la gestión de estos cuerpos de agua tuviera que realizarse mediante negociaciones con países vecinos, o no colindantes pero situados sobre una misma cuenca hidrográfica. Esa es la situación que, por ejemplo, deben afrontar algunos paises centroamericanos con respecto al río Lempa o algunos africanos con relación al río Nilo. O Bolivia y Perú con relación al gran lago Titikaka.
Esto escribí hace algunos años en un artículo sobre las guerras del agua:
A Boutros Boutros Gali, ese ex secretario general de Naciones Unidas con nombre científico de serpiente cuatronarices, se le atribuye la afirmación de que el agua va a ser la causa de la próxima guerra mundial o, por lo menos, la próxima gran guerra en el Medio Oriente. Él tiene por qué sentirlo, pues es egipcio y el suyo es uno de los 10 países que comparten el Nilo. Gran parte del suministro hídrico de Egipto (55.500 millones de metros cúbicos al año) y de Sudán (18.500 millones) depende de ese río, que antes de llegar a ellos pasa por otros ocho Estados. Desde épocas coloniales Egipto y Sudán se han asegurado para sí un poder excepcional en las decisiones sobre la cuenca de ese río de 6.500 kilómetros de longitud, lo cual ha comenzado a ser cuestionado por los otros países que ven coartada su soberanía. Los tratados existentes, por ejemplo, les prohíben construir presas río arriba, en sus propios territorios, sin autorización expresa de Sudán y de Egipto. Estos dos países, a su vez, se enfrentaron entre sí a raíz de que Egipto resolviera 'atajar' el caudal con la construcción de la presa de Asuán, que comenzó en 1960.
Quienes se han dedicado a esculcar, con esta óptica, las razones de muchos conflictos 'calientes', afirman que son expresiones de una guerra fría por el agua, que ya se está librando en distintos escenarios del mundo: dos tercios del agua que consume Israel nace en los llamados 'territorios ocupados', el Tíbet resulta estratégico para el control de una gran parte de las aguas que irrigan la China y un tema crítico en la agenda fronteriza entre Estados Unidos y México tiene que ver con la gestión del río Bravo, tanto de sus aguas superficiales como de las subterráneas.
Conclusión
parcial:
Esto mismo es lo que, en teoría, plantea
el Plan Nacional de Adaptación al CambioClimático,
que es a su vez una de las herramientas establecidas por el documento CONPES
3700 (2011) que contiene la “Estrategia institucional para la articulación de políticas y acciones en materia de cambio climático en Colombia”.
La existencia de esos dos instrumentos de política pública haría innecesarios documentos como este, de no ser porque en la práctica las grandes decisiones del desarrollo se siguen tomando como si no existieran procesos como el cambio climático que claramente obligan a redefinir las prioridades del desarrollo y porque se siguen desconociendo las ventajas con que cuenta el país para coevolucionar con el cambio climático, lo cual impide identificar cuáles son los factores territoriales que por ningún motivo se pueden sacrificar en aras de obtener beneficios de carácter económico, aun cuando dichos beneficios se vayan a utilizar para combatir la pobreza o para invertirlos en “desarrollo sostenible”.
Una prueba de esto es el documento CONPES 3762 (expedido en 2013, dos años después del CONPES 3700), que establece los LINEAMIENTOS DE POLÍTICA PARA EL DESARROLLO DE PROYECTOS DE INTERÉS NACIONAL Y ESTRATEGICOS- PINES, dentro de los cuales no figura uno sola consideración que haga referencia a la gestión del riesgo ni a la adaptación al cambio climático. La única referencia que hace ese documento al tema ambiental es para presentar las licencias ambientales y las consultas previas a las comunidades étnicas, como obstáculos que se oponen a un eficaz desarrollo de los PINES.
Como he dicho varias
veces, no podemos vender los riñones para comprarnos un aparato par diálisis.
No podemos combatir la pobreza económica empobreciéndonos en lo que ya somos
ricos. Estas 17 ventajas coevolutivas del territorio colombiano son unas de
esas riquezas colectivas que ya tenemos y que debemos proteger y fortalecer.
Cualquier medida que se tome y que deteriore a alguna de ellas, nos va a hacer
más vulnerables no solamente frente al cambio climático sino frente a muchas de
las otras fuentes de amenaza que hoy existen en el mundo y que no
necesariamente dependen directamente del clima.
A finales del año 2014 el doctor Simón Gaviria, Director del Departamento Nacional de Planeación, convocó a un grupo de ambientalistas con el fin de recibir propuestas para el próximo Plan Nacional de Desarrollo, las cuales están siendo sistematizadas por Wendy Arenas y Juan Pablo Ruiz, representante de las ONGs en el Consejo Nacional de Planeación. Esperemos que las múltiples propuestas que se entregaron encuentren suelo fértil.
A finales del año 2014 el doctor Simón Gaviria, Director del Departamento Nacional de Planeación, convocó a un grupo de ambientalistas con el fin de recibir propuestas para el próximo Plan Nacional de Desarrollo, las cuales están siendo sistematizadas por Wendy Arenas y Juan Pablo Ruiz, representante de las ONGs en el Consejo Nacional de Planeación. Esperemos que las múltiples propuestas que se entregaron encuentren suelo fértil.
LA META: UN TERRITORIO -TELARAÑA- ARTICULADO Y FUERTE, CAPAZ DE OFRECERLES SEGURIDAD INTEGRAL TANTO A LOS ECOSISTEMAS COMO A LAS COMUNIDADES Y QUE BASE SU FORTALEZA EN LA FLEXIBILIDAD. UNOS ACTORES -ARAÑAS- QUE PARTICIPEN EFECTIVAMENTE EN LAS DECISIONES Y CON SENTIDO DE IDENTIDAD. Y AGUA EN LA CANTIDAD Y CALIDAD QUE REQUERIMOS LOS SERES VIVOS DE TODAS LAS ESCALAS PARA EJERCER EL DERECHO A LA VIDA CON CALIDAD Y DIGNIDAD
ARTÍCULOS COMPLEMENTARIOS:
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